Los egipcios votaban ayer, divididos entre el islamista Mohamed Mursi y el militar retirado Ahmed Shafiq y bajo la presión que supone elegir a un presidente en un momento clave para la transición política en el país.

La afluencia de electores fue relativamente menor que en la primera vuelta de hace tres semanas en distintos barrios de El Cairo, con escasas filas de personas esperando para depositar su papeleta y soportando las altas temperaturas diurnas.

Fuerzas policiales y militares se encargaban de reforzar la seguridad en los colegios electorales, limpios en su mayoría de carteles propagandísticos, mientras que fuera de ellos algunas personas merodeaban y pedían el voto para uno de los candidatos.

Esa situación fue la que se vivió en la facultad de Economía de la Universidad de Heluan, en el popular barrio de Bulaq, donde un grupo de mujeres susurraba a los viandantes el nombre de Shafiq, último primer ministro del expresidente Hosni Mubarak.

Dentro del colegio electoral, hombres vestidos de paisano y sin identificar controlaban junto a las fuerzas del orden el proceso electoral, así como el trabajo de los periodistas acreditados.

Tras ejercer su derecho al voto, el ingeniero Hazem Ali, con barba prominente, señaló que se había decantado por Mursi, el candidato de los Hermanos Musulmanes con el que dijo identificarse por ser islamista. "Hay dudas de que pueda haber fraude y gane Shafiq. (Pero) si gana Shafiq, no hay problema y yo, personalmente, no voy a protestar", apuntó Ali.

En los últimos días, los Hermanos Musulmanes han alertado de un posible fraude, por lo que ayer desplegaron un gran número de delegados en los centros de votación, que abrieron sus puertas a las 08.00 hora local (06.00 GMT).

Unos 14.000 jueces supervisan los comicios, según la Comisión Electoral de Egipto, que ayer ordenó la detención de quienes faciliten ante los colegios bolígrafos con tinta invisible, que desaparece minutos después de haberse utilizado.

En el colegio Salih Hamad, en el barrio de Shubra, de mayoría cristiana, una circular avisaba a los jueces de que no dejaran a los electores firmar en las listas después de votar con bolígrafos traídos de fuera del centro.

"Hasta ahora las elecciones son transparentes", aseguró el egipcio Ehab Dimitri, trabajador del sector turístico, en crisis desde la revolución del 25 de enero.

"Estoy totalmente en contra de que un islamista esté en el poder", apostilló Dimitri, quien confía en que Shafiq sea el próximo jefe de Estado y recupere la estabilidad económica para el país. Una opinión similar expresó el anciano Ahmed Salama.

A la salida de la Facultad de Artes en el acomodado barrio de Zamalek, donde votó por el militar retirado y echó en falta una mayor participación de los jóvenes en las elecciones que pudiera "rejuvenecer" la política egipcia.

Parte de los grupos revolucionarios optó por boicotear los comicios, contrarios a la inclusión de Shafiq y al poder de la Junta Militar, máxima autoridad provisional que dirige el proceso de transición desde la renuncia de Mubarak en febrero de 2011.

El coordinador del movimiento juvenil 6 de Abril, Ahmed Maher, pidió en un comunicado que el Ministerio egipcio del Interior se abstenga de reprimir las manifestaciones que pueden convocarse si Shafiq accede a la presidencia de manera "ilegítima".

Los revolucionarios y defensores de los derechos humanos estaban en alerta después de que esta semana el Gobierno autorizase por decreto que los militares puedan arrestar a civiles en casos de delitos comunes.