Grecia continúa sumida en la incertidumbre política, sin saber si tendrá gobierno o si deberá repetir las elecciones, después de que hoy fracasasen los intentos de los izquierdistas griegos para formar Ejecutivo.

La Coalición de la Izquierda Radical (Syriza), segunda fuerza política con 52 diputados y encargada de formar gobierno, se ha reunido con el resto de las formaciones políticas, pero la gran atomización del nuevo Parlamento salido de las urnas hace muy difícil la tarea de buscar alianzas.

En el Parlamento, Nueva Democracia (ND) tiene 108 escaños (50 de regalo por ser la fuerza más votada); Syriza, 52; el socialdemócrata Pasok, 41; el nacionalista Griegos Independientes, 33; el Partido Comunista, 26; los neonazis de Amanecer Dorado, 21, y los centroizquierdistas de Dimar, 19.

El líder de Syriza, Alexis Tsipras, se reunió hoy con nacionalistas, socialdemócratas y conservadores, pero tampoco logró el apoyo para crear un gobierno opuesto al memorándum de austeridad patrocinado por Bruselas.

"Los 52 diputados de Syriza, los 33 de Griegos Independientes y los 19 de Fotis Kuvelis (líder de Dimar) no nos permiten siquiera formar un gobierno de minoría contra el memorándum", explicó Panos Kammenos, líder del nacionalista Griegos Independientes tras su encuentro con Tsipras.

Más tarde, durante las negociaciones con el líder del Pasok, Evángelos Venizelos, éste planteó a Syriza la posibilidad de que entre en un pacto entre ND, Pasok y Dimar, que juntos suman 149 diputados, dos menos que la mayoría absoluta.

Pero tanto Syriza como Dimar se niegan a apoyar a los partidos tradicionales (ND y Pasok) si estos no renuncian al memorándum, al que los griegos culpan del gran empeoramiento de sus condiciones de vida en los últimos años.

El político socialdemócrata planteó incluso la posibilidad de dar apoyo externo a un gobierno en minoría de Syriza, Dimar y los Griegos Independientes a condición de que mantengan al país en la moneda única, pero ni siquiera así se llega a los diputados necesarios para la mayoría absoluta.

Tras la reunión, Venizelos anunció el fracaso de los contactos con Syriza y que mañana el presidente de la República, Karolos Papulias, le encargará a él, como líder de la tercera fuerza política más votada, la formación de gobierno.

"En este sentido, el encargo que mañana dará el presidente de la República al Pasok para formar gobierno puede ser muy importante, porque es necesario que el debate continúe", explicó en rueda de prensa el exministro de Finanzas.

"El pueblo griego quiere estabilidad, un gobierno que dé soluciones y no lleve al país a las elecciones ni provoque la salida del euro", añadió.

Similares propuestas a las del Pasok hizo el líder de ND, Andonis Samarás, quien aseguró tras la reunión que incluso se mostró dispuesto "a apoyar un gobierno de minoría para negociar cambios del memorándum a condición de que el país no salga de la zona euro".

Respecto a este punto y contra las advertencias que están llegando a Grecia en los últimos días, Samarás dijo que la necesidad de cambios en las medidas de austeridad impuestas por Bruselas "es cada día más obvia".

Pero advirtió de que el programa político de Syriza "no es renegociar el memorándum, sino hacer salir al país de la eurozona", algo que consideró "inaceptable".

"Nosotros somos la única fuerza política que puede renegociar el memorándum permaneciendo en la eurozona, y eso haremos", afirmó.

Si en los próximos días el Pasok de Venizelos no logra pactar las alianzas suficientes de cara a un Ejecutivo, deberá ser el presidente de la República quien reúna a los líderes de todos los partidos con representación parlamentaria para buscar un gobierno de unidad nacional.

Si esto tampoco funciona, se convocarán elecciones en el plazo de un mes.

En un mensaje considerado en clave electoral, Samarás ya hizo hoy un llamamiento a la creación de un "frente de centroderecha".

El problema es que los líderes de todos los partidos, desde el centroderecha liberal a la ultraderecha (con la excepción de los neonazis), son exmiembros de ND expulsados por sus desavenencias con los jefes del principal partido conservador y, por tanto, las diferencias personales parecen insalvables.