La minoría serbia de Kosovo afronta dividida la llamada de Belgrado y de la Iglesia ortodoxa a boicotear las elecciones de hoy, las primeras legislativas desde la proclamación unilateral de independencia en 2008.

El puente sobre el río Ibar, en la norteña ciudad kosovar de Mitrovica, es uno de los pocos de Europa que, en lugar de unir dos orillas, las separa: en el sur vive la mayoría albanesa y en el norte la serbia.

Unos carteles advierten al cruzar el puente, vigilado por soldados alemanes de la OTAN en un extremo y varias patrullas de la gendarmería francesa y los carabineros italianos en el otro- de que "se reprimirá de inmediato cualquier acto de provocación".

Guaguas con urnas

En el norte de Mitrovica se concentra la mitad de los 100.000 miembros de la minoría serbia de Kosovo, con un total de dos millones de habitantes. Ante la imposibilidad de abrir colegios electorales, el Gobierno kosovar desplegará varias guaguas con urnas para que los serbios que lo deseen puedan votar en algunas zonas, aunque es improbable que circulen libremente.

La Eulex calcula que son unos 200 ó 300 los radicales dispuestos a todo con tal de minar la influencia de las autoridades kosovares en el norte de Mitrovica.

Distinta es la situación al sur del río Ibar, donde se espera cierta normalidad en la participación de la minoría serbia en las elecciones, en las que tienen reservados diez escaños en el Parlamento de Kosovo, aunque pueden superar esa cifra si la asistencia a las urnas es alta.