Una de las estrellas de la noche del pasado viernes en la gala de entrega de los Premios 40 Principales nada tenía que ver con la música. La periodista deportiva Sara Carbonero sigue brillando tras su reciente cambio de imagen. Así lo demostró en su primera aparición pública tras la tan comentada y supuesta operación de pecho a la que se sometió el día 19 de noviembre en el Hospital Nisa Prado de Aravaca, una localidad cercana a Madrid.

Hace un tiempo que ha estrenado corte de pelo y recientemente ha estado cinco días de baja por una operación de aumento de pecho. Aunque, tal y como apunta la revista ''Semana'', podría tratarse simplemente de una intervención de retoque de forma.

Su llegada al Palacio de los Deportes de Madrid causó una gran expectación. Sara, que posó sola en la alfombra azul, fue el centro de todos los flashes, alimentados por el morbo de retratar su nueva imagen.

La periodista eligió un ceñido vestido negro de ''Hervé Leger'' de la colección Resort 2011, que cuesta unos 6.500 euros, según ''Semana''. Su elección quizás fue estratégica ya que, de alguna forma, el elegante vestido con flecos disimulaba el resultado de la operación estética. Lo cierto es que no se aprecia nada.

Una de las anécdotas de la quinta edición de la gala de los Premios 40 Principales también estuvo por la toledana cuando iba a entregar el galardón a Mejor Artista Internacional en Lengua Española, junto a José Ramón de la Morena.

A la hora de desvelar el nombre del vencedor, su compañero de la Cadena Ser se saltó el guión a propósito e hizo una broma en referencia al portero Iker Casillas, el novio de la periodista de Informativos Telecinco.

Sara no expresó su malestar, aunque la expresión que mostró puso de manifiesto que no le hizo mucha gracia. Sin embargo, aunque la situación la pilló por sorpresa, supo salir con profesionalidad. Mientras tanto, Casillas la esperaba en las gradas, donde la pareja, que lleva casi un año de relación, siguió toda la ceremonia con continuas muestras de cariño.

GENOVEVA CASANOVA, EN LOS NOBEL

En la entrega del Premio Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa no todas las preguntas fueron dirigidas al merecido galardón. El escritor también tuvo que responder acerca de su nueva nuera, Genoveva Casanova, que desde hace algo más de seis meses mantiene una relación con Gonzalo Vargas Llosa. La ex condesa de Salvatierra y el hijo del Nobel hispano-peruano se conocieron hace tres años en una labor con los refugiados de Panamá a través de ACNUR.

Desde hace 23 años, Gonzalo trabaja en el Alto Comisionado de las Naciones Unidas, donde ella colabora. Así, su inicial amistad fue fraguándose poco a poco en amor. La revista ''¡Hola!'' asegura que los más cercanos a la mexicana definen la relación como "serena, seria y duradera".

En cualquier caso, las imágenes de la ceremonia de Estocolmo confirman el buen recibimiento que ha tenido Genoveva en la familia Vargas Llosa. Con las dos hijas que Gonzalo tuvo en su primer matrimonio, Josefina, de 16 años, y Ariadna, de 14. Ambas viajaron desde Ginebra, donde residen con su madre, la chilena Josefina Said.

Pese al buen pie con el que ha entrado la modelo mexicana en su familia política, Genoveva ha tenido que utilizar muletas en el acto debido a una lesión en los tendones de un pie que le produjo el pisotón de un caballo mientras se hacía unas fotografías.

Gonzalo, de 43 años, tiene fijada su residencia en Nueva York, aunque durante 2010 ha residido en República Dominicana para gestionar la ayuda a los afectados por el terremoto de Haití por su trabajo como representante de ACNUR.

Tras permanecer estos meses en su tierra para cuidar a su madre, que sufrió un ictus el pasado mes de abril, Genoveva tiene previsto instalarse en enero en Madrid y las fechas navideñas la pareja tendrá que pasarlas por separado.

En Navidades, ella pasará en México con su familia por primera vez, desde hace once años, estas fechas. Mientras que Gonzalo previsiblemente estará con la familia Vargas Llosa en un apartamento en la playa en la que juntos suelen recibir el Año Nuevo.