Antes de ir a la médula, a la sustancia, que es de lo que se trata, merece la pena apuntalar un par de "cosillas" aclaratorias, para pisar en terreno firme.

La primera -me percaté hace unos añitos ya, cuando me puse a esto del periodismo gastronómico- es que algunos chefs naturales de Italia me advertían de que aquí la oferta culinaria alusiva a aquel país había desembocado en un dechado de "sinsentidos" y especialidades estándar que, en momentos, rayaron hasta la desfachatez. Triste comida rápida.

Eso, teniendo en cuenta que aquella república es una de las potencias mundiales de la gastronomía y el producto. Pero pocos salieron en defensa de lo genuino.

Por otro lado, la evolución en la restauración tinerfeña en los últimos años hace que marcas de toda la vida -caso de Da Gigi- queden, en cierto modo, diluidas entre tanta propuesta y diversidad de estilos.

Tanto es así, que un servidor es el primero que pasaba apresurado ante los vitrales del establecimiento que rige Adriano Casaroto -la denominación tiene, de por sí, su propio reportaje-. Sin reparar, claro, en los cambios experimentados, como el fichaje -su apellido lo define- de Claudio Maestrelli.

Con más que dilatada trayectoria, el chef de Mantua, carismático, sereno y sabio, ha oficiado en grandes hoteles y en proyectos punteros de la restauración en Europa (incluso condujo un programa de televisión en Turquía, donde fue toda una celebridad). Ahora interpreta en la Isla un repertorio variado y sincero, de sabor y raíces, en el que se deja notar la mano del uniformado de blanco.

Recetario tradicional italiano, pues, más toda una batería de novedades que están preparadas para esta temporada: los asados (que serán presentados en carrito de calientes). Gracias a la paciencia del que me trajo y me sentó a la mesa, pude parar. Degustar; muestrario de pastas encomiable -lo que es, es-, sin estridencias.

Los macarrones (también tagliatelle) con salsa de verduras braseadas, denominados "Katiuscia", en honor a la hija mayor del cocinero, es ya carta de presentación de estos nuevos aires.

En la foto, Claudio ofrece unas delicadas cigalas con salsa de estragón, que precedieron al "Trío" estupendo, consistente en tagliolini con la citada salsa Katiuscia, gambas, mejillones y almejas (sabroso); ravioli de salmón con guisantes, y tortelini de calabaza, mantequilla y salvia (con un matiz ligeramente dulzón muy agradable). Fíjense que me supo la pizza margarita con rúcola y, para cerrar, la cotoletta (pollo) a la boloñea gratinada con jamón serrano.

Lo dicho entonces. (Avda. Fco. La Roche, 43; (922 28 46 07).