A Álvaro Urquijo tuvo que recordarle un periodista amigo que la sala donde esta noche abrieron en Oviedo su nueva gira, "Déjame estar a tu lado", es la misma en la que en 1980 Los Secretos ofrecieron en 1981 su primer concierto "serio" fuera del circuito de colegios y mayores y facultades de Madrid.

Bajo la sombra de este guiño a la nostalgia, la banda madrileña arrancó su enésima reconquista de los escenarios que, tras pasar por teatros y por formatos más acústicos, recupera ahora una esencia más rockera visitando los "garitos" de ciudades que ya les han visto pasar en múltiples ocasiones en sus más treinta años de carrera.

Urquijo viaja, como siempre, acompañado por la guitarra de Ramón Arroyo, los teclados de Jesús Redondo y el bajo de Juanjo Ramos con los que hoy han vuelto a desgranar ante centenares de espectadores ese puñado de canciones que convierten cada una de sus actuaciones en un karaoke intergeneracional.

Al repertorio habitual de grandes éxitos, previsible en una gira que une el título de dos de sus temas más conocidos, Los Secretos incorporan canciones que habían ido quedando un tanto abandonadas en los últimos años en sus directos como "No me falles", "Siempre hay un precio", "Qué solo estás", "Buscando" o "El frío" de Manolo Tena.

"Se trata de volver a recuperar el sentido eléctrico con un poquito más de ''caña'' y de acercarnos otra vez a estas salas donde hemos empezado casi todos los que estamos en la música y donde nos encontramos bastante cómodos", señala Jesús Redondo, el teclista incorporado a la banda a finales de los años ochenta.

Redondo confiesa que, a la hora de cerrar el repertorio, el mayor problema es "quitar canciones" y no añadirlas siendo conscientes de que, quienes acuden a verlos, no les perdonarían que dejarán de sonar "Ojos de pérdida", "Sobre un vidrio mojado" o "La calle del olvido".

"Las tocamos casi sin querer. Ves el gesto del público y sabes que quieren escucharlas. Nunca nos hemos planteado dejar de tocarlas y no, no supone ninguna ''pesadez'', sólo agradecimiento", afirma, tras bromear con el intercambio de miradas del grupo cuando en los ensayos llegan a "Déjame" o a "A tu lado" y pasan a la siguiente.

No obstante, Los Secretos aseguran no sentirse un clásico, pero sí haber asumido ya que son, inevitablemente, un grupo de referencia del pop y del rock en España que, según asegura su teclista, nunca ha buscado mayor reconocimiento que el que mereciera su música.

Esta circunstancia se truncó un tiempo, recuerda Redondo, tras la muerte en 1999 de Enrique Urquijo cuando pareció atenderse más a las trágicas circunstancias que rodearon su fallecimiento que a la obra que dejaba el líder histórico de la banda "y, de alguna forma, dolió que recibiera un tratamiento propio de una noticia de sucesos".

Si fue el público, según confiesa, el que les mantuvo en la carretera -"Es nuestro trabajo, es donde más se disfruta, grabar discos es necesario, pero el resultado no lo ves hasta el concierto", asegura-, pocas dudas quedaron hoy cuando sus seguidores, los de antes y los de ahora, pudieron verlos todavía más cerca de lo habitual dado el formato elegido en esta ocasión.

Nadie notó que, una vez más, "Déjame" no debía haber tenido ensayo previo. Ni siquiera los camareros, que también cantaban. Y así seguirán en los once conciertos restantes de una gira que mañana continuará en Gijón y que se cerrará el 8 de junio en Madrid.