La Oficina Ambiental Europea estima que los residuos eléctricos y electrónicos ya representan alrededor del 5% de la basura que se genera en Europa. Aproximadamente, el 90% de estos residuos acaban ardiendo en los vertederos. A veces por comodidad y en otras ocasiones por desconocimiento, el ciudadano arroja al contenedor de basura orgánica residuos que son especialmente perjudiciales para el medio ambiente: móviles ya en desuso, pequeños electrodomésticos que se estropean, con frecuencia alteran el circuito del reciclaje de residuos.

Los residuos electrónicos no tienen un contenedor en cada esquina, sino que es necesario llevarlos a un punto limpio para depositarlos. Estos puntos limpios son instalaciones de uso gratuito con contenedores especiales donde se almacenan los residuos domésticos que, por su composición tóxica, no deben mezclarse con el resto de basura.

Estos puntos se encargan de gestionar de manera adecuada los residuos para evitar que sean tratados como basura normal puesto que, cuando arden, emiten gases tóxicos. Además, muchos de los componentes de los aparatos electrónicos se pueden reciclar. Por ejemplo, la mitad es hierro y acero, casi una cuarta parte es plástico, el 5% es vidrio y más del 10% son otros metales, por lo que podemos encontrar una segunda vida para ese ordenador que se ha quedado obsoleto.

En España hay alrededor de mil puntos limpios que se pueden localizar por Internet. En la página de la Fundación Ecolec (www.ecolec.es), se puede localizar fácilmente el punto más cercano a nuestro domicilio.

Pero cuidado, no todos los puntos limpios aceptan cualquier tipo de material. Las pilas, medicamentos, electrodomésticos y material electrónico son los más habituales. Aunque la lista de materiales que se pueden depositar en estos contenedores especiales es muy amplia -pilas y baterías; electrodomésticos y material electrónico; pinturas y acumuladores; aceites de cocina; aceites de motor; lámparas fluorescentes y halógenos; productos químicos; aerosoles; medicamentos; muebles; ropa, calzado y textil en general; maderas; escombros y chatarras- es conveniente informarse previamente.

Si se tienen dudas sobre qué hacer con cada residuo que se produce en el hogar, puede ser muy útil la Guía del Reciclaje, elaborada por Twenergy, el foro en Internet promovido por Endesa para fomentar la eficiencia energética y la sostenibilidad (www.twenergy.com).

Aceites y gases

Los aparatos eléctricos que se usan en el hogar, desde los grandes a los más pequeños, en algunos casos cuentan, además, con aceites y gases muy contaminantes para el medio ambiente -aparatos de aire acondicionado, neveras-. En el caso de los aceites, un litro puede contaminar hasta 200.000 litros de agua, mientras que los gases refrigerantes, por ejemplo, dañan la capa de ozono. Los aparatos de aire acondicionado, además, suelen contener hidrofluorocarburos (HCF) o hidroclorofluorocarburos (HCFC), gases fluorados de efecto invernadero que, tal como indica la normativa europea F-Gas, deben ser tratados por técnicos cualificados para evitar fugas que dañen el ecosistema.

Los aparatos eléctricos y electrónicos se identifican por un símbolo que muestra un contenedor tachado y que indica la recogida selectiva de dicho aparato una vez finaliza su vida útil, nunca depositándolos en los contenedores de basura no autorizados.

La Fundación Ecotic (www.ecotic.es) trabaja en la recogida y reciclaje de aparatos eléctricos y electrónicos al final de su vida útil.

Si se quiere profundizar en la cultura del reciclaje, recomendamos también la página en Internet de la Ecoembes (www.ecoembes.es), una sociedad anónima sin ánimo de lucro, cuya misión es el diseño y desarrollo de sistemas encaminados a la recogida selectiva y recuperación de envases usados y residuos de envases, a fin de garantizar el cumplimiento de los objetivos de reducción, reciclaje y valoración definidos en la Ley 11/97, de 24 de abril, de envases y residuos de envases.

Labor institucional

Además de los usuarios, las instituciones también tienen una gran responsabilidad respecto al reciclaje de equipos electrónicos y electrodomésticos. La Unión Europea se sitúa a la cabeza en la regulación sobre la gestión de este tipo de recursos. Con una normativa en vigor desde 2003 sobre este tema, los eurodiputados han aprobado recientemente una serie de modificaciones para que exista un mayor control sobre la recogida, el reciclaje y la reutilización de la llamada e-basura. El objetivo del Parlamento Europeo es evitar que este tipo de residuos acabe en los vertederos de manera descontrolada y promover su reciclaje.

También impedir a toda costa la exportación por parte de empresas privadas de la basura electrónica que se produce en Europa a países en vías de desarrollo. Las empresas privadas que gestionan este tipo de residuos proliferan por el rápido crecimiento de basura electrónica. Mientras que en 2009 este mercado manejaba cerca de 5.700 millones de dólares, esa cifra será de casi 14.700 en 2014, cinco años después.

La legislación de los 27 en este tema es mucho más avanzada que la de otros países como Estados Unidos y ha servido como ejemplo. Después de la última modificación, hay una fecha en el horizonte, 2016, año en el que cada país miembro estará obligado a recoger, al menos, el 85% de los residuos generados y a reciclar entre el 50% y el 75%, dependiendo del producto. El nuevo texto también atañe a los fabricantes, que deberán promover diseños ecológicos que faciliten el reciclado de los equipos.