l Tenerife vivió en el revolucionario 1968 un verano convulso. La reestructuración del fútbol español y el descenso a Tercera División invitaron a la entidad a empezar "desde cero" en el fútbol regional, a una refundación con los mejores valores locales a imagen de lo realizado casi dos décadas atrás en las dos capitales canarias. Un experimento sin recorrido en la efímera UD Tenerife... y notable éxito en una UD Las Palmas asentada entonces en Primera División. Y al fútbol regional se dirigía el Tenerife, a competir con Puerto Cruz, Toscal, Realejos, Orotava, San Andrés, Tacoronte... y un viejo rival, el Real Unión, campeón insular y regional.

l reglamento no dio opción y la Federación Tinerfeña de Fútbol, presidida por Morales Pestano, le inscribió en una Tercera División con ocho grupos de veinte componentes. O lo que es lo mismo: 160 equipos... y cuatro plazas de ascenso directo. Los campeones se medían en una eliminatoria con premio para los ganadores y los perdedores disputaban una promoción ante cuatro conjuntos (del decimotercero al decimosexto) de la categoría de plata. No era sencillo subir para una entidad con cuatro millones de pesetas de deuda, lo que motivó el temprano abandono del presidente duardo Valenzuela, quien delegó en José Antonio Oramas. Antes hubo una renovación light: el equipo pasó a llamarse Tenerife Atlético y a vestir camiseta azul con pantalón blanco.

so sí, no cambió su rutina vendedora: traspasó a Adolfo Sicilia al Oviedo por 650.000 pesetas. Fichajes no hubo. Sólo Daniel y Sanjurjo, cedidos por el Atlético Madrid. Con una plantilla repleta de jóvenes de la tierra se contrató como entrenador a Carlos Galbis, técnico sevillano con experiencia en Segunda División y escaso conocimiento del fútbol local. Obligado a pelear por el ascenso, el Tenerife perdió sus tres primeros partidos y Galbis fue despedido tras nueve partidos. Y el tándem Guiance-Villar sólo duró cinco jornadas. La afición desertó y cuando llegó Fernando Cova al banquillo el equipo era decimotercero, a doce puntos del ascenso... y a cuatro del penúltimo clasificado y del descenso a la categoría regional. Y de la desaparición.

Cova se estrenó con victoria, pero las derrotas ante Reyfra y Segoviana convirtieron en dramático el cierre de la primera vuelta con el colista Alcázar, que estrenaba técnico, Juan Garrido. Tras un viaje agotador, el rival llegó al viejo hotel San José a las diez de la noche del sábado y sin el central Ontiveros, castigado con 16 partidos de sanción. Para entonces, Plus Ultra (1-2), Carabanchel (1-1) y Plasencia (0-0) ya habían puntuado en un Heliodoro que ese domingo (cuatro de la tarde) vio a una revolución: Cova alineó a Dorta como portero tras el error de Lino en Segovia, retrasó a Morín a la zaga y ausente Sanjurjo (17 tantos en los 22 partidos que pudo jugar), expulsado ante el Reyfra, recuperó al lesionado Barrios.

Otra buena noticia para el técnico fue la vuelta de Alberto Molina tras casi dos años de baja por lesión. Además, ese domingo cambió a Juanito el Vieja a la izquierda para buscar sus diagonales... y encontró un filón en la potencia de Francisco García Suárez, lateral diestro formado en Vistabella, Atlético Salamanca y Real Unión. Conocido como Lesmes, no había gritado un gol como blanquiazul, pero esa tarde tardó dos minutos en rematar al poste y otros dos más en marcar, al llegar en carrera y cabecear un centro de Manolo, "destapándose como volante de ataque, poniendo sobre la mesa una evidencia: cuando se sabe lo que se hace y se pone corazón en la empresa, da lo mismo jugar en una demarcación que en otra", escribe Tinerfe en l Día.

l Alcázar salió con un marcaje individual a los puntas locales, "pero no preveía Garrido que Lesmes, entrando como un meteoro, echara abajo su bien meditado plan". A la exhibición contribuyó el acierto de Manolo, quien regaló los tres primeros goles, marcó el cuarto... y acabó con el amago de bronca del Heliodoro al facilitarle el 5-1 a Juanito tras una fría salida blanquiazul en la segunda mitad. Y es que tras el 4-0, la lesión de Godoy, que permaneció en el campo al estar permitida sólo la sustitución del portero, hizo bajar el ritmo al Tenerife y contuvo el ansia ofensiva de Lesmes, que en el último minuto redondeó la goleada "al aprovechar el rechace tras un saque de esquina, con un remate fuerte y cruzado desde el borde del área".

n doscientos partidos más como blanquiazul apenas marcaría otra media docena de tantos. so sí, su explosión ante el Alcázar supuso un punto de inflexión en la trayectoria del Tenerife, que concluyó la liga en la quinta plaza, a sólo diez puntos del campeón. Y sumó ¡diecisiete triunfos seguidos en el Heliodoro! antes de que, ya al curso siguiente, el Mérida interrumpiera la racha. Y ahí nacería otra imponente dinámica como local que le llevaría a Segunda División: treinta victorias, cuatro empates, cero derrotas... y sólo siete goles en contra. Y siempre con Lesmes como dos, puesto que descubrió una tarde de enero cuando el Tenerife se encaminaba a la desaparición y encontró una goleada que cambió su suerte.