A entrenador nuevo, victoria segura. Uno de los tópicos más viejos (e inciertos) del fútbol saltó por los aires con el estreno de Jorge Solari como técnico del Tenerife. Era el objeto del deseo de Javier Pérez, quien ya anunció su contratación en el acto de presentación del Tenerife 89-90. Aquel día, en un Heliodoro repleto y entre fuegos artificiales, el presidente blanquiazul presumió de las adquisiciones más polémicas del verano, Felipe Miñambres y Quique Estebaranz. Y tras su habitual discurso a voz en grito, dejó para el final la bomba: el fichaje de Jorge Indio Solari.

Campeón de la liga argentina con Independiente de Avellaneda, la llegada de Solari tapaba la no renovación de Benito Joanet, que había llevado al equipo a la élite. Sin embargo, horas después, Independiente le negaba el transfer a su técnico. Y el Tenerife contrataría a Vicente Miera como técnico... tras contactar antes con Eduardo Solari, hermano de Jorge. Año y medio después, Pérez pudo cumplir sus deseos. Fue el regalo que se hizo en un día de Reyes. Un empate ante el Betis en el Heliodoro, que dejaba al equipo antepenúltimo, con cinco negativos y en zona de promoción, le hizo prescindir de Xabier Azkargorta y contratar a Jorge Solari.

Los acontecimientos se precipitaron en Valladolid, donde el Tenerife afrontaba un doble compromiso, Copa del Rey y Liga, ante el grupo dirigido entonces por Pacho Maturana. Acompañado por su esposa, Solari se limitó a observar el choque copero, saldado con derrota (1-0) y en el que Justo Gilberto ejerció de técnico interino. Al día siguiente fue presentado a los medios informativos en el hotel Olid Meliá. Allí reclamó la presencia de su hermano Eduardo como ayudante y elaboró un discurso del gusto del presidente: "No vengo sólo a defender la permanencia, pues hay plantilla para estar mucho más arriba y ser protagonista del campeonato".

"Ahora ya me siento tranquilo y satisfecho", dijo Pérez, quien durante la cena presentó al nuevo técnico a los jugadores desplazados a Valladolid. Horas después, Solari asumía plenos poderes al dirigir en el anexo al Nuevo Zorrilla el trabajo de una plantilla molesta por no concretarse la posible prima por eliminar al Valladolid de la Copa del Rey. Y en espera de su hermano Eduardo, se hace acompañar de Horacio García, técnico argentino afincado en Barcelona, "que me ha puesto al día sobre la liga española". Y aunque no se sienta en el banquillo, "al no poder presentar a tiempo la documentación", sí dirige el partido desde la grada.

Ante un Valladolid que lleva seis partidos sin perder incorpora al once a Sabou y Felipe. Y apuesta por un juego ofensivo que da frutos: al cuarto de hora marca Rommel Fernández, que sólo había hecho seis goles en los 35 partidos ligueros de la era Azkargorta. La ventaja duró cinco minutos, hasta que Eduardo despejó con las manos un cabezazo de Fonseca que se iba fuera. "Creí que entraba y mi primera idea fue evitar el gol", dijo al acabar un choque que marcó su carrera. Titular en 17 de las primeras 18 jornadas de Liga, Eduardo no volvería al once en lo que quedaba de curso. Y en verano abandonó la entidad.

Fonseca convirtió el penalti en gol y, a partir de ahí, el Tenerife se diluyó. En un cuarto de hora recibió tres goles más, dos de ellos de Moya, que aún no se había estrenado en el campeonato. Con Redondo desubicado, la zaga hacía aguas y los errores se sucedían. Eso sí, ninguno tan cómico como un zapatazo de Revert con la derecha (su pierna mala) que ponía fin a un ataque local con un autogol que suponía el 5-1. Y aunque Francis marcó tras un penalti inexistente, Moya completó su hat-trick con veinte minutos por jugar. Maturana ni movió el banquillo y sólo el larguero y Manolo evitaron que al Tenerife le hicieran un siete.

"El Tenerife hizo el Indio", tituló un rotativo local tras un partido que dejaba al equipo a un punto del descenso directo. "Soy el responsable de la derrota", dijo Solari, que en los vestuarios del Nuevo Zorrilla dejó su primera perla. "Nunca me han hecho seis goles y prometo que jamás me los volverán a hacer mientras esté en el Tenerife. Cuando asumí el cargo en mi anterior equipo nos hicieron cinco, prometí que no se repetiría y cumplimos. Ahora, como nos han hecho seis... tengo más fácil cumplir mi promesa", dijo con una carcajada. Al día siguiente, en Tenerife y junto a su hermano Eduardo, fue presentado oficialmente como técnico.

Y tras recuperar su pasado bilardista, cumplió su promesa: apostó por una zaga de cinco elementos con el portuense Toni como novedad, prescindió de Sabou y dio cancha a Martino para primar el juego directo hacia la cabeza de Rommel. El panameño lo agradeció y marcó diez goles en diecinueve encuentros con Solari como técnico. Y con un juego simple pero eficaz, el Tenerife encadenó cinco victorias seguidas, se colocó décimo y soñó con Europa antes de que las lesiones de piezas básicas le invitaran a conformarse con una plácida permanencia... algo que los aficionados hubieran firmado tras el (horroroso) estreno de Solari en Zorrilla.