Una celebración de la vida como alegría y fiesta pero también como lucha y resistencia es lo que narra Ismael Serrano en "La llamada", su noveno disco, en el que el cantautor se deja llevar por el alma del folclore latinoamericano en unos textos marcados por la crisis y la necesidad de un cambio renovador.

"Es una llamada a la unión, a la rebeldía y a la esperanza. Sobre todo, una llamada a huir de la resignación y del conformismo", explica en una entrevista el músico Ismael Serrano (Madrid, 1974).

El cantautor confiesa que pasa por un momento vital "clave" y que ha tenido su eco a la hora de componer estas trece canciones nuevas. Con cuarenta años y tras el nacimiento de su primera hija, Serrano asegura que observa el mundo y escribe de otra manera, "desde otro lugar".

"Tu visión a largo plazo se extiende a horizontes que no habías atisbado. Hay como un ejercicio de responsabilidad que te llena de miedos, pero que a la vez plantea retos muy inspiradores", dice.

Desde esa serenidad percibe como algo natural que se haya infiltrado en sus canciones el folclore latinoamericano, ya que es una tierra con la que tiene "una deuda personal" y que además le ha influido artísticamente a través de las canciones de Silvio Rodríguez, Víctor Jara o Mercedes Sosa.

"El cantautor se obsesiona con las armonías, las melodías y, por supuesto, los textos, pero en este caso he partido también del ritmo", explica al referirse a canciones de esencia americana como "Pequeña bachata mediterránea" o "Candombe para olvidar".

"Para un cantautor de mi generación, hoy por hoy el folclore es algo global. Uno tiene una mirada amplia y plural que permite beber de diferentes tradiciones. El reto es llevarlo a tu territorio, que suenen a ti y que haya un hilo conductor", asegura.

Muy mexicana es en cambio "Mi problema", basada en un poema de su padre y en la que Serrano invita a cantar a Natalia Lafourcade. "Cuando lo leí, le vi forma de ranchera. Vi que tenía esa carga de declaración de amor y, por el otro lado, lo que tiene que ver con la derrota y el reproche", explica sobre una canción que considera "la joya" del disco.

En las letras de "La llamada", un viento de rabia e indignación atraviesa canciones nacidas del desencanto por la crisis, pero donde también hay espacio para la esperanza.

"Se nos habla de la crisis como si fuera un fenómeno de la naturaleza, un terremoto, un huracán, en el que nadie tiene responsabilidad", argumenta Serrano. "Hay que entender que esta realidad en la que vivimos es una opción y como tal puede ser desechada. Tienen que existir alternativas".

Esos "rumores en el silencio" que piden una respuesta a las tragedias de la crisis, como canta en "El día de la ira", también se escuchan en dos fábulas, como "Rebelión en Hamelin", sobre el "saludable" derecho a disentir, y "La casa y el lobo", acerca de la crisis hipotecaria y los desahucios.

Pero, pese a que "la precarización está en todo", Serrano percibe movimientos ilusionantes. "Creo que estamos asistiendo al nacimiento de nuevos movimientos ciudadanos", explica, "al nacimiento de una sensibilidad política diferente. Esas generaciones tienen nuevas preguntas que hacer y están buscando respuestas".

No obstante, y aunque el mensaje político esté muy presente, Serrano defiende que "La llamada", un disco "muy luminoso", canta también al amor, la nostalgia y la juventud.

Con planes de gira para el año próximo, Serrano admite que sigue siendo un poco pudoroso y quizá por ello sonríe para explicar el primer verso del álbum ("No sé nada o casi nada de la vida"): "Qué mejor manera de empezar un disco que reafirmándose en la ignorancia absoluta".