El forense Francisco Etxeberría, que dirigirá la búsqueda de los restos de Cervantes en la iglesia conventual de las Trinitarias de Madrid, advierte de que se enfrenta a una tarea muy difícil, que puede acabar con un resultado negativo: "No vamos a encontrar a Cervantes con su nombre puesto en un ataúd". El forense repasa los próximos pasos de esta segunda fase de la investigación, que consistirá en recuperar los restos óseos para después analizarlos y cotejar si alguno de ellos se corresponde con los del escritor. La investigación comenzará por la cripta de la iglesia, donde se han localizado unos treinta nichos, porque es un lugar de fácil acceso y de gran tamaño en el que se puede trabajar como en un laboratorio. "Es lo más fácil, lo más cómodo y lo más lógico, suponiendo que, si alguna vez se han movido los restos -en alguna de las modificaciones que ha sufrido la iglesia-, casi seguro que se han ido a depositar en la cripta", explica. El georradar ha encontrado tres puntos ubicados en la nave de la iglesia que podrían corresponderse con enterramientos de familias, un hallazgo interesante, si se tiene en cuenta que Catalina Salazar, esposa del genio universal, fue enterrada con él, unos huecos sobre los que el investigador apunta: "No sabemos si en su interior quedan restos que están intactos o si se han llevado a otro lugar". También es una "incógnita" para el forense cómo se encontrarán los restos óseos, porque, dice, "tan factible es que estén muy disgregados, lo cual a veces imposibilita el estudio antropológico, como que se encuentren bien y aparezcan incluso las ropas y los sudarios con que fueron enterrados", explica. Francisco Etxeberría, profesor de la Universidad del País Vasco, apunta el clima y la humedad como factores determinantes para la conservación. "Pero hay muchos más, como por ejemplo que se hubiese utilizado cal para los enterramientos, algo que era habitual por motivos higiénicos".