"Todavía paso muchos nervios antes de salir al escenario. Cuento con herramientas y la técnica que vas aprendiendo durante tu carrera para que todo salga bien, pero siempre queda la inseguridad, que lejos de lo que se piensa, crece exponencialmente cuando se pierde la bendita insolencia de la juventud". Más de cuarenta años de profesión, que se traducen en otras tantas películas, veinte obras de teatro y treinta y cinco discos editados. Es solo parte, la de las cifras frías, del bagaje artístico de una "señora de la escena", Ana Belén, alter ego de María Pilar Cuesta (Madrid, 1951). La actriz y cantante vuelve hoy a Tenerife, en concreto al Auditorio Teobaldo Power de La Orotava, para cerrar, a partir de las 21:00 horas, el VI Festival Musitemático.

¿Qué tipo de concierto ofrecerá esta noche en La Orotava?

Será muy distinto al último, el del año pasado en el teatro Leal de La Laguna junto a la pianista Rosa Torres Pardo. Esa fue una experiencia intimista, única e irrepetible. Mañana (por hoy) cantaré en La Orotava los temas de mi nuevo disco, "A los hombres que amé", pero también las canciones de mi repertorio de siempre. Espero que, como cada vez que vengo a las islas, se origine un clima favorable para que yo cante lo que me apetezca y lo que la gente me pida. Mi intención es disfrutar sobre el escenario y hacer disfrutar.

Esta edición del Musitemático se ha centrado en voces de mujer y antes que usted actuaron Rosario, Sole Giménez, La Shica y Luz Casal. ¿Cómo lo valora?

Para mí le da un gran valor a este certamen, me parece un acierto dedicarlo en esta edición a las voces femeninas. Creo que las cinco somos mujeres muy potentes con nuestras peculiaridades y personalidad. Los estilos musicales de cada una son diferentes, pero en conjunto queda una visión acertada de la fuerza de la mujer en la música española.

¿Les queda mucho camino que recorrer a las mujeres?

Muchísimo. En Occidente, a base de pelea y mucho esfuerzo, hemos recorrido un periplo más o menos largo, aunque queda por hacer. Pero en otros lugares del mundo, la mujer sigue siendo el último estamento de la sociedad y l está pasando muy mal. Desde esta parte del planeta nos corresponde luchar por hacerlas visibles a ellas.

Su último trabajo se titula "A los hombres que amé" ¿Tiene dedicatoria o solo es un título?

Tiene dedicatoria para catorce compositores que han significado mucho en mi carrera musical. Agradezco así su generosidad al haber confiado en mi voz para sus canciones. Ahí están Víctor Manuel, Serrat, Sabina, Kiko Veneno o Chico Buarque. No están todos los que son pero sí son todos los que están porque me han acompañado todos estos años.

El primer sencillo es "Las cuatro y diez" de Luis Eduardo Aute. ¿Una canción especial?

Cuando tenía 18 años y ni siquiera era cantante conocí a Eduardo. Él tampoco cantaba, sino que se dedicaba a pintar y componer para otros Un día en su casa me cantó todos esos temas que después hizo famosos, entre ellos Las cuatro y diez. Mi manager de entonces dijo que ese estilo no me favorecía y yo tenía que ir más por el musical americano Luego, Aute compuso para mí temas como "De paso" y hemos actuado juntos, pero siempre me quedó la nostalgia de no haber podido interpretar alguna de aquellas canciones y ahora ha llegado por fin la oportunidad.

Hace tiempo que no se le ve en el cine. ¿Por qué?

Básicamente, porque no me llaman (risas). La verdad es que sí me han llamado, pero no eran proyectos que me apasionaran tanto como para dejar otras cosas. Me pesa no estar más en el cine porque me encanta el ambiente del rodaje y estar con los compañeros. Pero, como ocurre cuando se hace una película, lo primero que aprendes es a esperar, siempre a esperar.

¿Y en la televisión, donde encarnó en su día a la inspectora Petra Delicado?

Ocurre algo parecido al cine en el sentido de tener que esperar. Tampoco hubo continuidad en aquella serie. He hecho un cameo reciente en "Cheers" y he participado en un capítulo de la vigésima temporada de "Hospital Central", que no se ha estrenado, en ambos casos en Telecinco. La televisión es una ventana, un escaparate maravilloso en el que cabe desde lo más interesante a lo más deleznable. Siempre queda la opción de cambiar de cadena o de apagar el aparato y oír la radio o leer un libro. La vida no se acaba en el televisor.

¿Cómo vive el paso del tiempo?

Se lleva bien porque no estoy todo el rato pensando en eso. Me siguen atacando los nervios cada vez que hay que actuar y me asaltan los mismos temores, incluso más agudizados. Las inseguridades han crecido de manera exponencial porque al principio tienes la insolencia de la juventud, aquello de aquí estoy yo. Por supuesto que he adquirido herramientas y técnica para superar ese miedo escénico, pero siempre esta ahí.

Ha actuado muchas veces con su marido, Víctor Manuel, y también con su hijo David. ¿Lleva bien trabajar en familia?

Sí, aunque a veces la confianza da asco (ríe), pero no es el caso. Con Víctor cada uno disfruta de lo que hace el otro y sabe estar en su sitio. Yo me alegro más de un éxito suyo que de uno mío. Son muchos años y estamos cómodos trabajando juntos. Respecto a mi hijo, David heredó el buen carácter de su padres, es adorable y respetuoso con todo el mundo. Se pone siempre del lado del otro y se trabaja muy a gusto con él.

Nunca ha ocultado su ideología ni sus preferencias políticas. ¿Cree necesario el compromiso público de la gente de la cultura?

Las opiniones son muy personales. En mi caso siempre he actuado de esta manera, sin ocultar nada, y voy a seguir así. Pero respeto a los compañeros que, por las razones que sean, consideran que no deben expresar públicamente lo que piensan. He sido muy visceral y he tenido que aprender a veces a controlarme, pero todo es política e incluso en el no opinar subyace una ideología.

¿Qué piensa de la piratería?

España inventó la picaresca y la exportó a Flandes. Si la gente pudiera engancharse gratis a la luz o al gas, lo haría, pero no se nos ocurre porque está prohibido. La piratería intelectual no se ha atajado a tiempo y ahora es complicado hacerlo. Hace daño a la música, en general, pero, sobre todo, la sufren los artistas más jóvenes que están empezando.