"La única verdad es todo lo que me he inventado en la vida", explicaba alegre y todavía emocionada Ana María Matute, tras recibir el Premio Cervantes de manos del Rey y leer un discurso sincero y emotivo, poblado de referencias autobiográficas y lleno de recuerdos de antaño.

En su discurso de recepción del galardón, Ana María Matute exaltó la creación con uno de los valores máximos del ser humano, al punto de que quien no inventa "no vive", aseguró. Por otro lado, recordó al único amigo de su infancia, su muñeco Gorogó, que terminó formando parte de su extensa obra literaria y al que anoche iba a contar sus impresiones de la ceremonia. "¡Se lo voy a contar todo y me lo voy a inventar!", avanzó.

A pocos metros de ella estaban los Reyes, cariñosos y amables con ella, de hecho se ofrecieron a empujar la silla de ruedas de Ana María Matute por el patio del Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares.

En su discurso de recepción, poblado de referencias autobiográficas y que fue precedido por una palabras en recuerdo del poeta chileno recientemente fallecido Gonzalo Rojas, la escritora se centró en sus primeros recuerdos y señaló que "a la literatura, como en la vida, se entra con dolor y lágrimas". Lágrimas que afloraron a los ojos de la autora tras recibir la ovación de los presentes, a los que únicamente pidió que creyensen sus historias porque, dijo, "me las he inventado".

"El tiempo en que yo inventaba era un tiempo muy niño y muy frágil, en el que yo me sentía distinta: era tartamuda, más por miedo que por defecto físico", explicó la autora catalana.

El Rey Don Juan Carlos, que entregó el premio a Matute, destacó la maestría de ésta "para convertir la realidad, por dura que sea, en hermosas palabras".