(A mi nieta Tania Lucía)
Un pajarillo entró por tu ventana
un día hermoso por la mañana,
por algo te llamas Lucía
es razonable, querida Tania.
Pero en tu alma de buena niña
tendrás un ave en tu corazón,
sea una gaviota o una golondrina
o todas con mucha razón.
Serás princesa de las aves
que cuando suenes una campana
y como si fueras un hada
entren todas por tu ventana.
Y eso es querer de verdad
como el agua limpia de un río
y nunca estarás en soledad,
siempre oirás el pío, pío.
Tus sueños hermosos con las aves
serán sueños sin recelos,
porque tendrás siempre las llaves
de un trocito de tu cielo.
Algún día no lejano
y te sientas una mujer
tendrás pájaros en tus manos
y sabrás lo que es querer.
Cuando seas más mayor
y te encuentres muy feliz,
mira la Osa Mayor
que estará tu abuelo Agustín.
Mientras tanto estaré contigo
como dos aves en vuelo
y de eso Dios es testigo,
porque lo dice tu abuelo.
Y cuando pasen los años,
oirás tu corazón
y tú dirás a escondidas
mi abuelo tenía razón.
Hasta siempre, querida nieta
ya te hice la poesía,
espero que estés contenta
y yo lo más que quería.
Tu abuelo Agustín González
Armoniosos y rítmicos lances
Para mi entrañable amigo Manuel Pérez Rodríguez, en la presentación de su Poemario "Venezuela, la Octava Isla", con mi felicitación y afable cordialidad.
Como arde tu llama exultante
en la estrofa votiva que amparas,
loando a Venezuela y su agracie
con la voz que profusa derramas.
Y a la tierra, el agua y el mar
de simientes y ofrendas cautivas
fervorosas de espacios de vida
tú cortejas y aireas de paz.
Armoniosos y rítmicos lances
tan bullentes de aplomo ancestral
se hacen luz y cultura al glosar
cuando sueñas y abrigas sus lares.
Tu lección urde canto, esperanza,
magisterio de ansia y latido,
porque bebes la fe sin olvidos
y la arrullas de miel y palabras.
Y una lluvia tú dejas grabada
de ilusiones que lustre sustentan,
esos ecos por Patria lejana
hermanados de amor y de esencias.
Venezuela, asentir de emigrantes,
del canario enrolado en tus giros,
al versarte mi abrazo te brindo
porque tú y sus blasones me placen.
Juan Antonio López de Vergara y Batista