Los medios de comunicación nos abruman todos los días con un montón de casos de corrupción: Bárcenas, Eres, Púnica y muchos otros que al final terminarán como el rosario de la aurora. Tiempo al tiempo. Mientras tanto, pasa desapercibida otra clase de corrupción muy significativa, la del día a día, de la que va mi comentario de hoy.

Está la que cometen algunos pequeños y medianos empresarios. Un tipo negrero y sátrapa que se aprovecha de la demanda de empleo y las necesidades apremiantes de los parados. Son negocios pequeños, de no más de diez trabajadores a quienes contratan por cuatro horas y trabajan diez. Pagan la nómina estipulada y el resto en negro, pero se saltan las horas extras, abusan de ellos, y apenas dan vacaciones, además de contratar para una determinada labor y luego tener que hacer de todo, incluso trabajo de riesgo sin ningún tipo de protección. Este es el tipo de empresario que debería estar vigilado y desaparecer del sistema económico, pues no contribuye a la Seguridad Social ni a Hacienda, y su fin es eludir impuestos. Los hay en todos los sectores, pero abundan sobre todo en la construcción y empresas auxiliares que los abastecen. En el sector del metal las cifras son sorprendentes. Les recomiendo leer el comentario de EL DÍA del jueves 3 de agosto, donde los presidentes de Femete y Femepa, Tenerife y Las Palmas, hablan de más seiscientos millones de euros de negocio ilegal. En una campaña con apoyo del Gobierno de Canarias han creado un premio especial de cien mil euros para las empresas que actúen dentro de la legalidad, cuyo lema es "¡Yosoylegal!". Me parece bien premiar a las empresas por destacar en otros menesteres, como, por ejemplo, en mejorar la calidad del empleado, por la mayor contratación o por destacar dentro del sector con mejores iniciativas, pero actuar dentro de la legalidad es una obligación. Ese dinero, con la colaboración de los inspectores de Hacienda, Trabajo y Asuntos Sociales, estaría mejor dedicarlos a perseguir denodadamente a esos individuos de tan mala catadura moral, un verdadero espécimen que por donde pisa no crece la hierba y solo vive para sí mismo, acumulando riqueza y sin ayudar a la prosperidad del país. El empresario está para ganar dinero, pues es quien lo arriesga, pero también se compromete con la ciudadanía y adquiere una gran responsabilidad para la gran cantidad de familias que estarán a su cargo, por lo que debe motivar y mejorar la calidad de vida de los trabajadores por el bien de la convivencia en la empresa.

Otra faceta que no tiene un buen control es la de los profesionales diversos, algunos autónomos que por su buen nombre, categoría profesional y prestigio, ganado a pulso, se aprovechan y te endosan una factura por la visita que te deja sin respiración. No te queda otra que sacrificarte, pero esa factura no sirve para nada, Hacienda no la tiene en cuenta pero tampoco se esmera mucho en su control.

Llegamos a los precios al consumo, donde existe control, diría que a veces hasta persecución, pero no creo que sea suficiente. Un sector donde hay materia que sacar, pues no se puede permitir que en una casa de comida o "guachinche" te soplen una nota que te deja boquiabierto, cobrando como si fueran restaurantes de alto copete, cuando no ponen ni mantel y limpian la mesa con un trapo sucio.

Pero los primeros de la lista en corrupción son los impuestos que establecen los ayuntamientos, que te cobran por cualquier pijada, se eternizan con las iniciativas privadas y no crean empleo.

Mucho trabajo tienen por delante los grupos empresariales para alcanzar el punto medio. Fepeco y otras federaciones están en la labor de la defensa de Tenerife, y la de sus afiliados. La Cámara de Comercio y la CEOE también, pero quien más interés debería tener es el Gobierno de Canarias. Acabar con la economía sumergida nos concierne a todos, pues un país no funciona si todos sus ciudadanos no arriman el hombro. Existe mucho desempleo y, por tanto, demasiada injusticia social. El trabajo y la dignidad engrandece al ser humano, y buscar el bienestar social y el progreso es indispensable para conseguir un futuro mejor.

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