Poco a poco va aumentando el número de empresas pequeñas que obtienen beneficios y, aprovechando la última reforma laboral, la disminución de la morosidad, la mejora del acceso al crédito y el incremento continuado de la cifra de negocio, hemos vuelto a generar empleo y a disminuir progresivamente la tasa de paro.

No se han recuperado los valores previos a la crisis, pero nadie, en su sano juicio, quiere volver a vivir de una burbuja. Al menos, mientras las generaciones afectadas tengan presente lo nefasto de vivir de lo extraordinario como si fuese lo normal.

Junto con los avances indicados, las pymes han revitalizado la comercialización de sus productos o servicios, han ampliado sus líneas de negocio, mejorado los precios de compra y se han lanzado en brazos de la tecnología "on line."

Todos esto debe venir acompañado de una planificación interna a largo plazo y otra externa que actualice infraestructuras para facilitar la actividad económica, abaratar los costes de transporte y producción, incrementar las posibilidades del mercado, fomentar la competencia e incentivar la innovación.

Toca navegar sin perder de vista un horizonte de progreso y empleo y con el viento a favor de la experiencia de las dificultades que hemos pasado.

Cada vez que superamos una revolución económica, las rutinas mueren y las inercias cambian. Para superar eso, solo existe la formación, la previsión, el emprendimiento y el sentido común.

pedro.alfonsomartin@hotmail.com