Beben y beben y vuelven a beber... los peces en el río, como reza ese villancico que pronto volverá a atronarnos por la inminente Navidad. Es cíclico, como la sucesión de estaciones. Aparecen cada cierto tiempo como las setas. Como recurso inagotable para gentes que deberían medir el daño que hacen no sólo a las personas que llevan décadas -muchas ya- demostrando un amor por los animales que está por encima, yo creo que hasta del sentido común, como es el caso de Gisela Zifferer.

Les hablo de esa campaña de acoso y derribo contra las gestoras del refugio de Valle Colino. La primera que recuerdo fue allá por 2006, la hemeroteca de este periódico me lo ha recordado. Mismos argumentos, mismas acusaciones y hasta algunos... también los mismos -entre ellos alguna que lo mismo se apunta a un roto que a un descosido- lo mismo le da la carne que el pescado. Aparece abanderando luchas sociales de lo más encomiables aprovechando que la gente no va a saber nunca que sus actos no coinciden ni por asomo con sus palabras. Que esa "generosidad" es aparente. Así hay gente por el mundo. Y como "salen en la tele"... hasta sacan votos.

El refugio de Valle Colino fue un logro difícilmente valorable por lo mucho que ha supuesto para la ingente cantidad de perros abandonados que había deambulando por nuestros pueblos y ciudades. Nada como visitarlo para darse cuenta que las denuncias de malos tratos a los animales no concuerdan. Nada como conocer la trayectoria de Gisela para saber que está en las antípodas de la persona siniestra y aprovechada que quieren hacer ver los que la acusan. A Gisela la conozco desde hace más de 20 años. Veinte años de muestras continuas de amor desmedido por los animales, especialmente por los "perritos" que dice ella. Veinte años de levantarse a la hora que fuera de la mañana, coger su coche y salir pitando a recoger el perro accidentado para llevarlo al veterinario y evitar su sufrimiento. Veinte años, adelantando su dinero y poniendo mucho más -éste sin retorno- para comprar comida para los animales en aquellos tiempos en los que casi ninguna institución pública quería hacer nada (vaya mi reconocimiento a Manuel Carlos, en aquella época concejal de La Laguna). Veinte años de viajes continuos, de prestar su casa para las operaciones de esterilización de perritas abandonadas. Veinte años en los que se ha dejado la salud, el dinero y la vida.

Estos son sus pecados. Así como encontrar hogar a unos 150 perros cada año. Antes eran más. Las adopciones locales apenas eran significativas. Hoy también son demasiado pocas. En Alemania, claro que sí. Donde ella tiene sus contactos y donde la concienciación y el compromiso de la gente con el bienestar de los animales está aún a años luz del nuestro. Esto por lo visto también les hiere a algunos. Sobre todo porque este tipo de tormentas provocadas parecen no hacerle mella. Porque el tiempo pone a cada uno en su sitio y el suyo tiene que estar en el altar perruno más alto que nadie se pueda imaginar.

La han acusado hasta de incrementar su patrimonio a costa de los perros. La realidad es que Gisela se quedó viuda antes de entregarse a la protección de los animales. Y con un patrimonio que le permitía vivir holgadamente sin demasiadas preocupaciones. El que tenga interés que lo corrobore. Que investigue si su patrimonio se ha incrementado desde entonces. Comprobará que ha ido vendiendo propiedades para vivir y hacer que tantos y tantos perros abandonados puedan sobrevivir dignamente. Esos son sus intereses.

Se habla de miles de sacrificios de perros en el refugio. Los veterinarios, pueden certificar que sólo aquellos animales terminales, con sufrimiento desmedido o extremadamente peligrosos, sin socialización posible, son los sacrificados. Pero es fácil difamar. Demasiado. Hasta del reparto en bolsas de los cadáveres por los distintos contenedores de la zona. En este mismo periódico el presidente de la Asociación de Vecinos de Finca España dice no tener conocimiento de nada de eso. Qué más da. Difama que algo queda.

Mi madre me dijo una vez... "derrama un vaso de agua en el suelo... ahora intenta recogerlo verás que nunca podrás llenarlo de nuevo". Con la difamación ocurre lo mismo. Por mucho que se intente recuperar el daño causado nunca lo hará del todo. Denunciar es libre. Acusar también. Solo espero que cuando la justicia dictamine... no les salga gratis. Adriana y Gisela un abrazo y ánimo. Es triste entregarse y recibir estos palos.

Feliz domingo.

adebernar@yahoo.es