La regasificadora que se iba a instalar en Granadilla cuelga de un fino hilo jurídico. Los trescientos millones de inversión previstos dependen de que se subsane un fallo en el informe de impacto medioambiental, que afecta a la seguridad. Lo llamativo del asunto es que la empresa Enagás sigue sin tener presencia en Tenerife. No tienen sede, ni representante, ni delegados, ni responsables de medios, ni política de comunicación. Mal comienzo para quienes quieren estar presentes y trabajar en el mundo empresarial de las islas. Invitar a los medios de comunicación a visitar centros industriales en la Península está muy bien. Pero la política de los espejos y cuentas de colores llamativos con los indígenas está un poco pasada de moda en el siglo XXI. No estaría de más que en Enagás alguien empiece a pensar hacer cosas en esta isla.