La vida es del color del cristal con que se mira. Pero algunos y algunas la miran con el culo de una botella. Y si no, piensen. Toda la izquierda europea estalla en un clamor de alegría con la victoria de Syriza en Grecia. Pero resulta que Alexis Tsipras pacta el gobierno con un partido de la derecha antieuropea y nacionalista. Qué cosa más fea. ¿Lo critican? No. Se le justifica porque se trata de enfrentarse a la odiosa Angela Merkel. Bueno, vale. Pero resulta que en el nuevo Gobierno griego ¡no hay ni una sola mujer! ¿Europa se inunda de notas de protesta de organizaciones feministas y expresiones de condena de todos los partidos progresistas...? No. Nada. Silencio absoluto. Un silencio muy curioso y sospechoso. Y por supuesto, lamentable.