El cronista tiene que realizar un largo viaje para desarrollar la tarea encomendada. Varios escenarios que transportan el argumento de hoy a través de personajes que, en el paso del tiempo, han dejado mensajes aplicables a la vida y a los hechos de nuestros días.

El comisionado canario para... -para algo, espero, pero comisionado por excelencia y, dicen, que muy bien remunerado- ha dado la campanada, después de las doce de Fin de Año, es decir, la trece; trece, que es número de mal fario, y que ya hace presagiar alguna que otra desgracia, afortunadamente sólo en el ámbito político, de la que los medios han dado abundante información.

Hay preguntas y sospechas en todas direcciones. ¿Desaparece una partido (CC)? ¿Se refundan y crecen unas siglas históricas (PNC)? ¿Se crea una nueva formación y esa es la gran disculpa del comisionado y su mentor y enfrentarse al candidato lagunero, al que no perdonan su triunfo en la dirección nacionalista?

En el lugar en donde el cronista se encuentra la discusión es permanente. Habla con vecinos de a pie, comerciantes y representantes públicos, lee periódicos, ve las televisiones locales y observa que no entra en el dial de su transistor ninguna emisora de radio. Y pregunta:

-Señor, perdone, quiero saber lo que se discute en las tertulias de radio de aquí, para enterarme de la actualidad local, y no sintonizo ninguna. ¿Censura radiofónica, inhibidores por alguna razón, temor a las ondas por cuestiones de salud...? ¿Me entiende?

-No, no, nada de eso. Muchas han dejado de emitir. Y, repito, muchas. Una desgracia, amigo periodista, hubo que enviar gente al paro, cerrar pequeñas industrias radiofónicas, proveedores, oyentes... En fin, una falta de respeto a mucha gente.

-¡Y otra cosa...! ¿Puedo hablar? (Nuevo paisano que al oír la conversación interviene).

-Diga, diga... sí.

-Fue, como dijo Jiménez Losantos, cuando aniquilaron Antena 3TV, un "antenicidio" en versión radiofónica canaria.

-No hace muchas semanas hasta propios compañeros de partido lo dijeron en EL DÍA Televisión.

-Es verdad, recuerdo que el profesor y líder del PNC, Juan Manuel García Ramos, y el concejal Hilario Rodríguez a una pregunta del locutor José Antonio Pérez comentaron que ellos intervenían en esas emisoras que eran muy oídas y serias y tuvieron que cerrar para no seguir siendo ilegales.

-¿En eso qué tiene que ver el comisionista?

-No, no, comisionado... cuidado, c-o-m-i-s-i-o-n-a-d-o, ¡no vaya a ser!... ¿Me entiende? ¡Que con la Ley hemos topado, querido Sancho!

-Es amigo y se dice en El Quijote, "con la Iglesia hemos topado, querido Sancho".

-Ya, ya... Yo sé por qué lo digo. El tío sabe de leyes, ¿entiende?

-Sí, sí... Pues peor por lo que me están diciendo. Porque se supone que está enterado, o tendría que estar, de lo que tenía entre manos.

-Fíjese qué cosas que algunos que llevaban en antena muchos años, buenos y grandes profesionales, no les dio ni una, no dejó ampliar o legalizar a otras y en cambio... (los dos vecinos al unísono )... ¡¡¡a un amigo de Paul le adjudicó veintiséis (repiten con mucha más fuerza)!!! ¡¡¡Veintiseis!!!

-¿Y?... (pregunto intrigado)

-Pues que han pasado los años (como la canción de Plácido Domingo) y no se ha puesto en funcionamiento ninguna. Y no se ha creado ni un solo puesto de trabajo.

-Y como ya dijimos, hubo que destruir otros empleos.

-Bueno, eran empresitas, pequeñas que... (Me interrumpen).

-¡Que se cree usted eso!

-La verdad, señores, que no sé de qué me hablan, ya.

-Pues que a la SER, Radio Club, ni una... ¿Qué le parece?

-Fíjese que hasta a Radio ECCA, con la labor de enseñanza realizada durante cincuenta años, le negaron montar nuevos postes de difusión para llegar a pueblitos y que la gente aprendiese a leer, escribir...

-¡Joder, hasta ahí llegaron! ¿A Radio ECCA, que hace unos meses la Academia Española de la Radio le dio la Medalla de Oro por su labor? ¡No lo entiendo!

-Hasta ahí, mi amigo. Y no hace muchos días el tío se despacha que con lo de las licencias de FM que "se pudo meter la pata, pero no la mano".

-¡Coño, lo que faltaba!

-Y ahora se comporta como un Bruto.

-¿Ha dicho "bruto"? Pero no dijo que es experto en leyes, por tanto...

-No, no, como Bruto, el de la historia romana. Todos son iguales, con un ADN parecido, pues le dice a nuestro César Imperator isleño, que lo abandona, que se manda a mudar.

-(El cronista se queda con la copla y como buen informador va a la fuente principal a documentarse). Sí, marcho camino de las Galias, voy al encuentro de Julio César antes de que comparezca la semana que viene en el Senado romano. Una cohorte impresionante arropa al militar y político.

-¡Ave, Caesar!

-¡Ave, atlante! Puede hispanizarlo y decir César. Viene usted de las Hespérides, ¿no?

-Así es.

-Y los dioses, mis oráculos ya me han dicho cuál es el motivo de su visita a mi campamento. Mire "Veni, vidi, vinci", y "los cobardes agonizan mucho antes de morir", y "solo los cobardes son valientes ante las mujeres", y...

-¡Perdone, don Julio César...! (Me pegan un capón en el cogote y una voz me susurra al oído: "Al César no se le interrumpe mientras él habla").

(Me callo y Julio César sigue su retahíla).

-"... Amo la traición pero odio al traidor", "la mujer de César debe estar por encima de la sospecha", "prefiero ser el primero en una aldea que el segundo en Roma"... ¡He dicho!

-¿Y lo de "Tu quoque , Brute, fili mi, por qué lo dijo, cuándo? Para eso he venido a tomar notas, Julio César, señor.

-Bien, atlante. Escuche, según los dioses, será más adelante, en el Senado de Roma. Entonces, mis colaboradores, intrigantes, me abandonarán, entre ellos Marco Junio Bruto, por el que tanto he hecho y al que tanto le he dado. A ese es al que le diré: "Tú también, Bruto, hijo mío". Claro, no me lo podía esperar de él. Y así lo leerán en la Historia, amigo.

-El cronista reflexiona. Y en el camino de vuelta recuerda la palabras de los vecinos del pueblo sin radio. Y la renuncia del comisionado..., que oirá también, pero de otra voz, la frase quejumbrosa del César romano.

Y el cronista toma nota. Y espera que alguien, al leerle, repita lo de la pata y la mano, mientras oye el ruido, el estruendoso ruido que hace, al caerse al suelo, uno de los platos de la balanza de la Justicia.

¡Alea jacta est!

¡La suerte está echada!