Mientras el presidente Rajoy y sus Presupuestos Generales del Estado continúan maltratando a nuestra tierra con incomprensibles recortes que impiden una recuperación perceptible (los más optimistas la acercan a 2017), ese mismo Ejecutivo central trata, provocadoramente, de esparcir cortinas de humo que conducen a generar una indiferencia que se extienda sobre el pueblo con un fin nítidamente concreto: olvidar para siempre la perfecta maniobra maquinada desde Hacienda para que no se recuerde jamás que ha sido el contribuyente el que ha rescatado a la golfería instalada en la mayoría de la banca y cajas de ahorros (veintidós mil millones de euros). Hay realidades en estas entidades francamente difíciles de comprender pues, a pesar del tiempo transcurrido, se desconoce con certeza qué ocurre con las ayudas a consumidores y pequeños empresarios. Mientras, los poderosos arriban cada día a playas doradas y plagadas de tarjetas negras. No es un secreto que, con esta crisis, tienen más los que antes tenían más y menos los que ni siquiera podían optar a preguntar qué ocurría. Un importante número de entidades ha vivido auténticos caos provocados hacia antiguos trabajadores que asistían, estupefactos, a despidos, "eres", traslados inesperados y "mobbing" ideados en lúgubres despachos. Se anuncian nuevas comisiones, lo que provocará que algunos clientes se planteen el cambio de establecimiento con un adiós afectado de trabajadores de la banca que han compartido con ellos buenos y malos tiempos. La banca tendrá que plantearse la bajada de porcentajes en los servicios que ofrece. Bastantes desahucios tienen en sus sótanos repugnantes beneficios de la feroz usura practicada durante estos años y que se guardan en los bolsillos de la pandilla de maleantes que ha aflorado en los últimos días. El desahucio (las ejecuciones han crecido un 4,2%) es un acto execrable que está siendo cuestionado no ya por la población, que también, sino por magistrados y jueces que ya han expresado, públicamente, lo injusto de esta situación. Lo que sucede es que, repetimos, este Gobierno camina cogido de la mano de esa delincuencia oficial que transita sin rubor e impunemente por toda la geografía nacional y conocida como consejos de administración y directivos.

A esta chusma no les ha bastado con cobrar durante la crisis, es decir, mientras el 80% de los españoles estaban y están en la más absoluta penumbra, sueldos que han oscilado entre los 100.000 y 300.000 euros. La avaricia en ellos no rompe el saco. Y así se ha descubierto un submundo del delito que implica, por el momento, a 86 consejeros y directivos de Caja Madrid (Bankia vuelca las culpas sobre Caja Madrid y ésta sobre aquélla), que han dispuesto de una tarjeta "black", opaca o negra, que les ha permitido gastar alegremente unos 15,5 millones de euros entre 2003 y 2012, mientras el pueblo pasaba y pasa hambre. Estas tarjetas de crédito no tienen límite ni están sujetas a ningún tipo de control, aparte de que este hampa cobraba, también, gastos de representación. Los mejores restaurantes internacionales, las más prestigiosas joyerías, la clase bussiness, los cruceros más lujosos, las tiendas de marca y otros suntuosos entretenimientos imaginables, e incluso inimaginables, conformaron los pasatiempos de estos maleantes con corbata. Según el fiscal, Miguel Blesa y Rodrigo Rato es posible que sean autores de un sistema de ocultación de los gastos de las citadas tarjetas de manera que no se pudieran detectar. Pero esta golfería está tan bien organizada que, para que se considere delito lo defraudado, debe superar los 120.000 euros anuales, y ellos no llegan a esa cantidad porque la inspección de la Agencia Tributaria se obliga a abarcar los años 2010 a 2012, pues los anteriores ya han prescrito.

Pero lo inesperado surgió cuando el juez Fernando Andréu imputa a Miguel Blesa, Rodrigo Rato e Ildefonso Sánchez Barcoj por el uso de las tarjetas negras. Están citados para mañana mismo en la Audiencia Nacional. Aparte de esas prebendas opacas, los altos cargos de Caja Madrid recibieron 62 millones en préstamos a intereses angelicales El juez Elpidio José Silva, días antes, fue condenado a 17,5 años de inhabilitación por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid por encarcelar indebidamente a Miguel Blesa en dos ocasiones. Y es aquí cuando, obnubilados, decidimos sumergirnos en el mundo de lo insondable