1.- Existe una sensible diferencia entre un pueblo que permitió y alentó la Inquisición y otro que protege los derechos de las personas y de los animales. España no tiene cultura alguna de respeto a los animales, desde que algunos bárbaros matan a estocadas a los toros en una plaza; persiguen a un pobre astado, a caballo, por todo un pueblo para acabar con él, sin que pueda defenderse; echan a dos gallos a pelear hasta que uno de ellos muere; tiran a una pobre cabra desde un campanario para ver cómo se destripa y cosas así. No se ha registrado ningún caso de que un perro pueda contraer ni transmitir el ébola, pero sin respeto a ello, sin consultar casuística y por un puro sentido de temor exterminador, "Excálibur", el perrito de , fue sacrificado e incinerado, además en una instalación sin licencia. En los Estados Unidos, en Dallas, la joven enfermera Nina Pham vivía con su perro. Ella se contaminó de ébola al tratar a un liberiano en el hospital. Las autoridades sanitarias de Dallas han desistido de sacrificar al perro. Lo llevarán a un lugar seguro hasta que su dueña puede regresar a casa.

2.- El alcalde de Dallas, que se llama Mike Rawlings, ha dicho al periódico "USA Today" que el sacrificio del perro no le haría ningún bien a su dueña. Y que sería terrible para ella, enferma, comunicarle la noticia de su muerte. Y a esto se une la estadística: no existen noticias de perros infectados. Es decir que a "Excálibur" lo mataron por gusto. Se encontraba perfectamente y no había contraído el mal. Pero en este país donde la oposición disfruta haciendo política con la enfermedad y la aprovecha para atacar al Gobierno, en un país tan raro y tan salvaje como éste, se cargaron por gusto al pobre "Excálibur".

3.- Seguramente, Nina Pham superará la enfermedad -ojalá así sea- y se reencontrará con su mascota, cuyo nombre ignoro. No ocurrirá lo mismo si escapa de la muerte. Ya no tendrá nunca más a "Excálibur" a su lado. Aquí no hay piedad para los animales. No me hagan hablar otra vez del pobre toro de Garachico, abatido por el cansancio y la angustia y martirizado en el suelo por sus cuidadores. Tampoco quiero referirme a los perros de los cazadores de Tenerife. Otro día lo haré. Claro que lo haré.

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