Comentábamos el otro día que a estas alturas hemos perdido la capacidad de asombro. No obstante, se nos ponen los pelos de punta al leer que un importante grupo comercial instalado en Canarias hace más de 60 años atraviesa por dificultades económicas tan serias que está a punto de cerrar las tiendas que actualmente tiene abiertas en Tenerife y Las Palmas. De hecho, ha iniciado un ERE que afecta a toda la plantilla. Esto es suma y sigue.

No vamos a decir una vez más que este país, y dentro de este país nuestro Archipiélago, siguen inmersos en una crisis porque eso ya lo estamos viendo a diario. Lo mejor para todos es que nos vayamos haciendo a la idea de que no habrá una recuperación milagrosa ni este año, ni el siguiente ni, casi con toda probabilidad, a lo largo de una década. Incluso podemos desterrar la palabra crisis. Si admitimos que crisis define a una situación complicada pero a la vez pasajera en el tiempo, tal vez lo adecuado sería dejar de hablar de crisis. Tenemos un treinta y tantos por ciento de paro. Con algunas oscilaciones arriba y abajo mejoraremos o empeoraremos por épocas, pero será muy difícil que bajemos del 30% de desocupación de la población activa; es decir, de aquella que está en condiciones de trabajar y se encuentra empleada o buscando trabajo. Y así vamos a seguir mucho tiempo.

No hay consumo en gran parte -lo decía recientemente uno de nuestros articulistas- porque la gente tiene miedo a gastar. Los bancos siguen sin abrir el crédito a las empresas y los empresarios, a su vez, tienen miedo a contratar porque con la legislación laboral que sigue vigente es poco menos que imposible desde un punto de vista económico. Sin empleo no hay ingresos, sin ingresos no hay consumo y sin consumo no hay empleo. Este es el círculo vicioso en el que llevamos demasiado tiempo dando vueltas.

La solución no está en bajar aún más los salarios. Algunos trabajadores, tanto del sector público como del privado, llevan años con sus sueldos congelados. Nos referimos a los afortunados, porque muchísimos se han visto obligados a pactar reducciones con sus empresas para evitar despidos o, en el caso de que tales despidos hayan sido imprescindibles, para evitar unas reducciones de plantilla todavía más drásticas. Ahora nos dicen desde los organismos económicos internacionales que no sería sensato acudir a nuevas mermas salariales por las consecuencias negativas que tendrían tales medidas en la maltrecha economía española. Las mismas instituciones que hace no más de tres o cuatro años nos recomendaban precisamente lo contrario. ¿En qué quedamos? ¿A quién y cuándo le hacemos caso?

Nos convendría pensar en cómo vivíamos no antes de la crisis, pues esa fue una etapa de riqueza poco sólida -un castillo de naipes siempre listo para venirse abajo-, sino antes de que empezara a hincharse la burbuja inmobiliaria. No circulaba tanto dinero pero tampoco vivíamos rematadamente mal. Había pobres en nuestras calles, porque desgraciadamente pobres los ha habido siempre, pero no se prodigaban tanto las vergonzantes y vergonzosas colas del hambre.

El pueblo debería exigirles responsabilidades políticas -y algo más que políticas- a los culpables de que hayamos llegado a esta situación. Si estamos así no es porque hayan mermado nuestros recursos. Al contrario: hoy tenemos más turistas que antes de la crisis, aunque no por ello decae el número de canarios sin trabajo. Nos dicen que a los isleños les falta formación. ¿Por qué no han sido formados? ¿Es que no nos basta con dos universidades, una de ellas absolutamente prescindible?

Lamentablemente, pocas cosas van a cambiar. Ayer adelantábamos en nuestra edición digital que CC, PSOE y PP han rechazado en el Parlamento autonómico una propuesta para reformar el sistema electoral canario presentada por el grupo mixto, cuyo portavoz, Román Rodríguez, pidió la rebaja de las barreras electorales. Los nacionalistas y los socialistas no han querido secundar este cambio porque lo vinculan a la reforma del Estatuto de Autonomía, mientras que el PP acusa a Román Rodríguez de negarse a cambiarlo cuando era presidente del Gobierno regional.

Cualquier excusa es buena para que todo siga igual; para que los canarios sigamos en manos de una partidocracia que no nos sirve porque es incapaz de resolver nuestros problemas. Que nadie se eche las manos a la cabeza por lo que, previsiblemente, va a suceder en mayo de 2015.