Los empresarios saben muy bien lo que significa querer "hacer" y no poder, sobre todo por carecer de recursos económicos. En tiempos pasados, cuando apenas existía la hoy en día tan ponderada financiación, las empresas se creaban con los necesarios recursos económicos, que solían ser suficientes para desarrollar la actividad elegida. Los panaderos compraban las amasadoras y los hornos que creían necesarios para hacer cada día los kilos de pan que se fijaban como meta, y solo aumentaban esta cuantía comprando nueva maquinaria, eso sí, cuando tenían el dinero para adquirirla. Y se hacía en la mayoría de los casos -no siempre, por que en todas las épocas han existido los listos- bastando un compromiso escrito, una simple carta, en la que se fijaba el importe de la operación y el plazo de entrega; solo eso.

El progreso hace indispensable la financiación bancaria para llevar a cabo las obras que requiere. La compra, como antes he señalado, de nueva maquinaria, el aplazamiento de los pagos -y de los cobros-, el recorte de los plazos de ejecución son algunos de los elementos que han variado la dinámica del trabajo, que actualmente se presupuestan teniendo en cuenta los intereses que provocan las demoras. Resulta lógico, en consecuencia, que debido a ello las empresas descapitalizadas se resistan a ampliar sus diferentes infraestructuras, como son la logística, la comercial o la fabril. Saben que, a la larga, necesitarán acudir a los créditos bancarios, a las pólizas de financiación o a los préstamos ICO, con lo cual el beneficio de sus empresas apenas será el suficiente para sobrevivir.

Si llevar a cabo lo dicho resulta difícil, imaginen los lectores lo complicado que debe resultar mantener en marcha una "gran empresa" como es el Cabildo de Tenerife, concretamente la consejería que tiene a su cargo la construcción y el mantenimiento de las carreteras insulares. Como ha dicho su consejero, el estado de la red insular es tan lamentable que no sabe por dónde empezar -lo que antes apuntaba: no hay medios económicos suficientes para emprender la ingente tarea, hace falta financiación y no hay capacidad presupuestaria para cumplir con los pagos que las operaciones bancarias generarían-. No obstante, en una labor digna del mayor elogio, poco menos que se ha sacado de la manga unos cuantos millones de euros y se van a subastar una serie de carreteras cuya repavimentación clama al cielo.

Ponderada queda, pues, la labor del consejero, así como la justificación que ofrece para la realización de las obras en cuestión. Sin embargo, varios ayuntamientos de la Isla han protestado al no estar incluidas en la relación algunas que ellos consideran vitales para el desarrollo de sus comarcas, sin que les satisfaga la disculpa que siempre se utiliza en estos casos: falta de fondos. No obstante, me sorprendió en su momento que entre los ayuntamientos que han protestado no se encontrara el de Santa Cruz, pues en su ámbito se halla la carretera, sin contar las autopistas, que soporta el mayor tráfico de la Isla y cuyo estado resulta vergonzoso: me refiero al tramo que discurre entre la avenida Ángel Romero y la lagunera avenida de Los Menceyes. He clamado por ella innumerables veces, por lo que resulta normal que me preparara para criticar acertadamente al señor Delgado, consejero del Cabildo, por el trato dispensado a los chicharreros, pero, oh sorpresa, EL DÍA publica el 07-09 una noticia advirtiendo de la cesión de dicha carretera al ayuntamiento -hasta ahora su mantenimiento correspondía al Cabildo-, y no solo esto sino que el día 08-09 publica otra dando cuenta del próximo concurso para la rehabilitación del firme. O sea, que si no te gusta el rancho, doble ración.

Ignoro en qué quedará esa aparente doble partida; alguna justificación tendrá, y seguro que será benefciosa. Porque son muchos miles las personas que circulan a diario por esa carretera que se acuerdan de quienes tendrían que haber solucionado el problema hace mucho tiempo; porque en todo el tramo no existe ni un poste de luz; porque por las noches, aun siendo una zona bastante poblada, se ejerce la prostitución sin trabas, y porque los vecinos están hartos de todo. Estoy seguro de que si La Laguna empezara en Ballester, no en Vista Bella, la avenida de Los Menceyes habría llegado hasta el primer lugar citado, sin que los habitantes de Ofra, los visitantes del hospital San Juan de Dios y de los colegios allí sitos tuviesen que soportar tantas penurias.

En fin, enhorabuena, consejero.