Asegura José Manuel Soria que a Canarias le viene bien la privatización de Aena. Considera el ministro de Industria, Energía y Turismo que si hay una Comunidad autónoma a la que le suponga un claro beneficio la entrada de capital privado en Aena es precisamente la nuestra: Canarias, pues no hay ninguna que tenga tanta dependencia del transporte aéreo como el Archipiélago. Habla Soria de inyección de medios y recursos para mejorar las infraestructuras ya que el hecho de que los aeropuertos de Las Palmas -él dice Gran Canaria, como cabría esperar-, Tenerife, Lanzarote y Fuerteventura sean rentables, no implica que se puedan mantener el resto. Los demás, salvo error u omisión por nuestra parte, son los de La Palma y El Hierro. Y también La Gomera, si hemos de incluir en la lista ese aeródromo muy poco utilizado porque los habitantes de dicha isla optan mayoritariamente por el transporte marítimo.

No es nuestro deseo contradecir al ministro. Al contrario: coincidimos con él en muchos temas. De hecho no hemos perdido la esperanza de ver a José Manuel Soria, un político canario con la cabeza bien situada sobre los hombros y muy bien ordenada, dar el paso de militar en una formación política para la que primen más los intereses de su tierra en todo su conjunto que la disciplina a una formación política dirigida desde Madrid y desde Las Palmas en el caso de Canarias. Un político que no caiga en el error de pensar que Las Palmas es una isla grande, de hecho más grande que las demás, por la fútil y hasta torticera circunstancia de que el indebido "gran" siga figurando en su nombre geográfico. Canarias no es Las Palmas aunque allí persistan en hablar de Gran Canaria. Esa isla ni siquiera es la de mayor superficie y población del Archipiélago.

El futuro, tanto de Aena como el de las demás instituciones, empresas públicas o privadas y cuanto existe en estas Islas, se garantiza mucho mejor de otra forma: consiguiendo que los canarios seamos los dueños de nuestros recursos y, por lo tanto, sus únicos administradores. Por ahí hay que empezar. Lo primero es un planteamiento general de autogobierno. Luego ya habrá tiempo de descender a los niveles de detalle. Un paso que no se han atrevido a dar de manera decidida ni siquiera los nacionalistas de Coalición Canaria. Poco podemos esperar del PP pues, como decimos, es este un partido estatista. Del PSOE poco o nada tenemos que comentar. En Canarias es una formación política supeditada a los intereses de CC y en España anda inmersa en un proceso de recomposición tras la renuncia de Alfredo Pérez Rubalcaba como consecuencia del descalabro en las elecciones europeas.

¿Quién le pondrá el cascabel al gato? ¿Quién se plantará en Madrid no a exigir la transferencia de las competencias aeroportuarias, sino todas las competencias sin excepción? Lo más triste es que el Gobierno de Canarias ni siquiera ha formalizado una reclamación firme respecto a Aena. Lo hecho hasta ahora no pasa de una demanda tímida acompañada, como siempre, de una enorme cantidad de victimismo.

Los canarios llevamos muchos años siendo víctimas de foráneos que han aprovechado las circunstancias para beneficiarse de nuestros recursos, pero siempre porque lo hemos consentido. En realidad, somos víctimas de nosotros mismos. Estamos sufriendo las consecuencias de nuestra desidia; de nuestro aplatanamiento. Hemos permitido que se nos ofenda con el sambenito de poco laboriosos cuando en realidad siempre hemos destacado en todas las tierras a las que hemos emigrado precisamente por lo contrario: por nuestro esfuerzo en el trabajo y nuestra tenacidad para salir adelante. Esas han sido siempre las mejores cartas de presentación de un pueblo obligado a buscar en tierras extrañas los bienes que les negaba la suya propia. Ahora nuestros jóvenes se ven obligados a emprender el duro camino de la emigración como lo hicieron antaño sus abuelos.

Gastamos inútilmente nuestras energías reclamando que nos autoricen desde Madrid la convocatoria de un referéndum o una consulta sobre el petróleo, en vez de reclamar la capacidad legal de negociar nosotros con las compañías petroleras la forma en que han de realizarse las catas para saber si existen hidrocarburos y, en el caso de que así sea, proceder a su explotación siendo nosotros los principales beneficiarios, y no los meros espectadores del negocio que vamos a ser por culpa de un mal planteamiento del problema desde sus orígenes.

Aena solo es un asunto más de los muchos que tenemos pendientes.