1.- Un pajarito me ha dicho, desde Bruselas, que quien ha armado todo el follón en el PSOE en lo del voto en contra de los eurodiputados socialistas españoles en la Eurocámara contra el conservador fue Juan Fernando López Aguilar. Aguilar se ha pegado a Pedro Sánchez, el nuevo secretario general, como una lapa, y lo convenció para que diera la orden a sus huestes. Pero he aquí que esa orden era nula de solemnidad. ¿Y saben por qué? Porque el tal Sánchez todavía no es secretario general del PSOE; lo será el día 27, o así. Elena Valenciano, la número 1 al Parlamento Europeo por el PSOE, ni siquiera fue a votar para no caer en el disparate perpetrado por López Aguilar y aceptado por Sánchez; se quedó en Madrid. Y Ramón Jáuregui, el número 2, que es un hombre de palabra, lamentó haber tenido que votar en contra de algo que se había pactado. Fueron los únicos socialistas europeos (con los británicos, que lo habían anunciado desde el principio) que no dieron su apoyo a Juncker.

2.- ¿Va a resultar que el tal Pedro Sánchez es un antisistema? ¿O quizá una versión a la izquierda y más lerda de Zapatero? Sus declaraciones contra el Concordato con la Santa Sede, sus palabras hirientes contra Rajoy y sus presuntos acercamientos a Podemos lo delatan. A lo mejor no sabe que Podemos ha recibido diez millones de euros del chavismo. A lo mejor tampoco sabe que Podemos roba votos en unas elecciones generales al PSOE. A lo mejor resulta que tenemos aquí a otro sabio que nos trae una segunda edición, corregida y desde luego aumentada, del zapaterismo.

3.- Como Sánchez tenga a López como asesor áulico en Bruselas, que se prepare. Porque los disparates del canario enjaulado en el Parlamento, con alpiste de unos 100.000 euros al año, son conocidos en todo el mundo mundial. Desde luego, sus primeros consejos han sido un dislate. Todos los socialistas europeos (menos los británicos, claro) han lamentado que el PSOE español haya quebrado su palabra en la elección de Juncker, que por otro lado salió elegido por amplia mayoría. No hay duda de que Aguilar, donde quiera que va, la arma. Este hiperactivo personaje no puede con su condición. Es un peligro para su partido. Ya lo irá conociendo Sánchez. Como se descuide, se sienta en su silla. Y el que avisa no es traidor.

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