El presidente del Gobierno Rajoy ha planteado a su partido la posibilidad de abrir un debate sobre la posibilidad de reducir el número de aforados en nuestro país. Desde luego no es un debate baladí sino que en mi opinión es necesario.

El creciente desafecto de los ciudadanos hacia las instituciones, unido a la falta de credibilidad de estas, tiene mucho que ver con la percepción de la sociedad sobre los privilegios de quienes ocupan puestos de responsabilidad en distintos ámbitos. La pregunta que cabe hacerse es si realmente se justifica que en España haya casi diez mil personas aforadas, un número desorbitado se mire como se mire, sobre todo si miramos al resto de Europa, donde hay países que incluso no tienen un solo aforado.

El debate propuesto por Mariano Rajoy a sus compañeros de partido debe extenderlo de inmediato al resto de las fuerzas políticas. Será interesante comprobar si hay resistencias a perder este privilegio en muchos casos injustificado. En cualquier caso, la sociedad está demandando reformas que conlleven que nuestra democracia tenga más calidad y para eso es necesario que haya más transparencia y sobre todo que desaparezcan determinados privilegios.

Las recientes elecciones europeas deberían llevar al ánimo de los grandes partidos que la sociedad española está demandando cambios profundos en el comportamiento de los dirigentes políticos y sociales. Los innumerables casos de corrupción que afectan a casi todos los partidos, principalmente a PP, PSOE y CiU(caso Bárcenas, eres en Andalucía, etc.), escándalo del Tribunal de Cuentas, que al parecer está tomado por entramados familiares del poder, la llamada "puerta giratoria", esa que permite a los altos cargos pasar de ser ministros a ocupar un puesto de relevancia en una gran empresa, el que los eurodiputados tuvieran sus pensiones al resguardo de una sicav, etc., etc. son casos que vienen mermando esa confianza en políticos e instituciones y que provocan la impresión de que, efectivamente, hay una "casta" que mueve los hilos del país y de los ciudadanos. Y esa impresión está resultando insoportable.

De manera que es más que oportuno el debate que propone el presidente Rajoy sobre la posibilidad de reducir el número de aforados, pero, amén de esta reforma, hay otras muchas pendientes, por ejemplo la de la ley electoral, reformas que den más calidad y credibilidad a nuestra democracia.

El 25 de mayo los ciudadanos dejaron claro en las urnas que están hartos. Es hora de que los dirigentes políticos recojan el guante lanzado en las urnas.