Nuevo altercado dialéctico en el Parlamento autonómico entre el director de la Televisión Canaria, Guillermo García, y Águeda Montelongo, diputada por el PP en la Cámara regional. Acusa García a Montelongo de haber estado engañando y manipulando a los ciudadanos durante meses, motivo por el cual la conmina a que pida perdón.

Una vez llamé a Willy García, se puso su secretaria y me dijo que ella no conocía a ningún Willy sino a don Guillermo. Estuve a punto de explicarle que en España, dejando atrás pretéritos usos linajudos -en la Metrópoli se empleó para diferenciar al noble del plebeyo y en las colonias para distinguir al español peninsular del criollo- el don, o doña en el caso de las mujeres, se reserva para aquellas personas que al menos han concluido el bachillerato. Sin embargo, desistí; esencialmente porque no creo que me hubiese entendido. El caso es que don Willy se despachó a gusto el viernes con la citada diputada autonómica. Hasta la web de su Radiotelevisión vernácula recogía un vídeo de su intervención con el título de "contundente respuesta", o algo así. Añade don Guillermo García que Águeda Montelongo ha actuado con nocturnidad y alevosía. Desconocía quien esto escribe que el Parlamento de Canarias haya adoptado la costumbre de reunirse a media noche. En cuanto a la alevosía, repaso en el DRAE el significado del término. "Cautela para asegurar la comisión de un delito contra las personas, sin riesgo para el delincuente" o "traición, perfidia", son las acepciones recogidas en el diccionario oficial. ¿Comete un delito una diputada elegida para que pregunte lo que considere oportuno con el fin de defender los intereses de esas mismas personas? Más bien me inclino a pensar que don García habla de oídas -como quien oye campanas sin saber dónde están- porque claro, lo que un instituto de enseñanza secundaria no da, la universidad de la vida difícilmente puede prestar. Cualquier día de estos se le escapa en medio de una comparecencia parlamentaria "... y la reina es", al mejor estilo de esa especialidad profesional suya de presentar galas del carnaval cuando acaba de pinchar discos en los cuarenta principales, o algo así. Demasiadas ocupaciones, en cualquier caso, para aprender la respetabilidad que posee cualquier diputada -o diputado- por el mero hecho de haber sido elegida democráticamente en vez de designada a dedo.

Huelga añadir que la culpa de estos desaguisados no la tiene el señor Guillermo sino quien lo aupó a ese cargo hace siete años y lo ha mantenido en él desde entonces; es decir, Paulino Rivero. Un presidente de Gobierno regional que no lo va a quitar porque le sirve de parachoques, además de fiel escudero en las labores informativas que le convienen a él y a la parte de su partido que se mueve a su alrededor, porque ni siquiera CC al completo está de acuerdo con esta situación. Un error y también un contrasentido para un político que habla continuamente de la importancia que conlleva para los jóvenes poseer una formación adecuada. No es la primera vez que se lo digo y que se lo dicen, pero allá él.

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