1.- Si no fuera por el fútbol del Mundial, el aburrimiento se apoderaría de la humanidad. No he visto tedio más terrible en unos inicios del verano. Ni siquiera la llegada de un nuevo rey ha sido capaz capaz de interesarme, por lo que estoy empezando a sentir la cuenta atrás: ya lo he visto todo en la vida. Y como tampoco soy jubileta de chándal gris marengo y de mirar por los agujeros de las obras, pues no tengo nada de qué ocuparme. Antes me gustaba ir a los comercios de electrónica, a ver lo nuevo que salía, pero hace tiempo que no aparece nada novedoso en ellos. Además, pone uno la televisión y no hay sino mariconadas, nada interesante y mucho menos en el verano, en el que se queda todo parado. En agosto, que está a la vuelta de la esquina, se paralizará el país y uno lo agradece, sin Agencia Tributaria ni juzgados, que siempre molestan mucho. Además, unas fiebres me han tenido postrado todo el fin de semana y nadie se aclara si son los divertículos o no. Total, que no me divierto nada en estos días.

Ni siquiera me apetece hablar de la aclamación de Carlos Alonso (CC) para el Cabildo, porque las aclamaciones me recuerdan al invicto y a la Plaza de Oriente y no es el caso. Estas aclamaciones no valen de nada si luego no se ganan las elecciones, en las que ya se descubre que Fernando Clavijo será uno de los candidatos a la Presidencia. Si lo dejan. Pero ya saben ustedes, desocupados lectores, que a mí aquí no me gusta hablar de política, sino de cosas más divertidas, aunque no las haya. Pocos artículos se me resisten, excepto cuando estoy malo, que escribo sudando la gota gorda por culpa de los medicamentos.

3.- Por cierto, el otro día estuve en San Telmo, el paseo portuense junto al mar, y me alegro mucho de que hayan tirado el muro donde todo el mundo iba a mear, para colocar otro diáfano y moderno. Es mentira que el muro que derribaron fuera histórico. Es moderno. El histórico se lo cargaron en tiempos de Isidoro Luz e hicieron bien porque también era un meadero. En este país los muros siempre han servido para aliviarse uno. Lo que no me explico es cómo hay gente que pierde el tiempo en defender un muro horroroso, siempre con el alegato zafio de que es histórico. Y más en ese Puerto en donde todo el mundo sabe de todo cuando la realidad es que nadie sabe de nada.

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