No sé si todos los españoles somos o no conscientes de estar viviendo en estos días unos acontecimientos que están escribiendo nuestra historia, la del país y la personal, pues independientemente de acatar la voluntad de las mayorías -al que obliga el vivir en una Democracia Parlamentaria-, se deben respetar las Instituciones del Estado y la Constitución de 1978 como Norma Suprema del mismo. Dicho esto y desde la observancia a las diferentes ideologías y posicionamientos personales, no puedo por menos que asombrarme ante la osadía de los alcaldes de los ayuntamientos de Cervera (Lleida), Balaguer (Lleida), Montblanc (Tarragona) y Girona, que han mostrado su oposición pública a que la infanta Leonor reciba los títulos históricos de los herederos de los diferentes reinos hispanos, lo cual se haría efectivo en el mismo momento que su padre, el actual Príncipe de Asturias, jure como Rey de España.

Han leído Vds. bien, los mismos que dada la pluralidad política permitida en España, prometieron libremente "por su conciencia y honor"- al asumir sus responsabilidades del cargo sobre un ejemplar de la Constitución Española-, el "cumplir y hacer cumplir" lo que esta dicta, rechazan de pleno el Artículo 57 que establece: "El Príncipe heredero, desde su nacimiento o desde que se produzca el hecho que origine el llamamiento, tendrá la dignidad de Príncipe de Asturias y los demás títulos vinculados tradicionalmente al sucesor de la Corona de España".

Así que quieran los ayuntamientos o no, la Infanta Leonor llevará los títulos que le corresponden, será Princesa de Asturias, como heredera de los Reinos de Castilla y León, honor que se remonta a 1388; Princesa de Gerona, título dado por el Real Estamento Militar y Cuerpo de Nobleza del Principado de Gerona, como heredera del Reino de Aragón- en origen duquesa y desde 1416 princesa-; Por el Reino de Navarra, le corresponde desde 1424 el de Princesa de Viana; Duquesa de Montblanc desde 1387 por el Principado de Cataluña; Condesa de Cervera, con origen en 1351, por el Reino de Valencia y Señora de Balaguer en representación del Reino de Mallorca. Todos estos títulos han estado vinculados a los herederos de la Corona, con la salvedad del Condado de Barcelona que lo posee el Rey Juan Carlos I desde la muerte de su padre, don Juan de Borbón.

Por tanto, todos estos alcaldes, que hablan de consultas populares, de peticiones formales de renuncia, de mociones presentadas, poniendo de manifiesto el rechazo al sistema monárquico español "por entender que sólo los principios básicos basados en la libertad y la igualdad pueden construir una sociedad democrática y libre", y porque "la monarquía española representa unos valores que no son coincidentes con el sentir de su población", se olvidan de su propia historia, de la tradición inveterada de los pueblos que tiene rango de norma, pero sobre todo omiten algo importante: se consideran un país, hablan del "proceso nacional que vive Cataluña hacia la independencia", pero siguen viviendo de los presupuestos del Estado y se dejan mimar por los estamentos públicos.

Así están las cosas, espero que alguien les haga entender que la decisión de llevar o no unos títulos heredados, históricos y honoríficos, no es competencia en este momento de los ayuntamientos, que es una tradición respaldada por la Constitución y por el Real Decreto de 1987, que establece cómo heredará la futura Princesa de Asturias los títulos que le corresponden. Literalmente el artículo 2 del Real Decreto 1368/1987, de 6 de noviembre, sobre régimen de títulos, tratamientos y honores de la Familia Real y de los Regentes, dice: "El heredero de la Corona tendrá desde su nacimiento o desde que se produzca el hecho que origine el llamamiento la Dignidad de Príncipe o Princesa de Asturias, así como los demás títulos vinculados tradicionalmente al Sucesor de la Corona y los honores que como tal le correspondan. Recibirá el tratamiento de Alteza Real. De igual Dignidad y tratamiento participara su consorte, recibiendo los honores que se establezcan en el ordenamiento jurídico".

Al primer Borbón Felipe V, de manera simbólica y para mostrar su rencor, le ponían los retratos boca abajo, a SM Don Juan Carlos I se los quemaron, pero aún así, estos alcaldes catalanes no son quienes para regular lo que no les compete.