España está que se sale, lo mismo cuestionando el Tratado borbónico de Utrecht como respaldando la estrategia de EEUU sobre Siria, acompañando al mandatario de la Casa Blanca en cualquier epopeya que se pretenda para engrandecer al país norteamericano como al disminuido país español.

Los Borbones en la historia ya se sabe de lo que han sido capaces; comenzaron entregando "sine die" el Peñón a los ingleses como marchándose por el puerto de Cartagena dejando al país inmerso en una terrible guerra civil como si nada les importara. Eso sí, fueron capaces de tener una fortuna con la cual ayudaron a sus allegados cuando les fue necesario, aunque se dijera que estaban en la más pura indigencia. Pues bien, ante la penuria de un país, el español, ahogado por la deuda e inundado en millones de parados, y sin saber qué hacer para revertir esta situación agónica, lo que se les ocurre es enardecer el fervor patrio, sobre el cual nadie cree ya, y se encomienda a la alta política para rescatar el Peñón o ayudar a la armada de los EEUU para demostrar al mundo cuánto poder tiene el Estado español -Rajoy-, a pesar de sus debilidades, las que pretende camuflar en soflamas que hablan de conflicto y destrucción.

Sucede siempre; así pasó con los dictadores argentinos cuando, desbordados por los acontecimiento sociales, decidieron rescatar las Malvinas por medio de una guerra fantoche donde las fuerzas armadas argentinas hicieron el ridículo ante los ingleses. Pues bien, ahora el honor patrio se dirige hacia afuera, despejando balones a córner como el mejor disimulo de miserias y malas políticas.

Desde luego, es importante la entrevista que tuvo en un rincón Obama con Rajoy, y la que debieron mantener el ministro del Defensa-¿lo conocen?-, Pedro Morenés, en el Pentágono con su homologo estadounidense, Chuck Hagel. Pero lo más interesante son las cuestiones que de alta potencia mundial se están jugando sin que los colores le salgan a ningún mandatario español, lo que hace que la gente se sienta perpleja ante tamaña exhibición de fuerza, y de tanta panoplia estudiada desde las colas del paro, desde la desesperación colectiva y desde las palabras altisonantes huecas y carentes de veracidad a las que nos tiene acostumbrados Rajoy .

Por eso, desde la conquista de los territorios perdidos o vendidos, y desde la falaz fuerza española, lo que tenemos que hacer es quedarnos impávidos y estupefactos ante tanto potencial que permanecía oculto y que de repente emerge desde la oscuridad iluminando el camino no ya de la fuerza y de la esperanza, sino del ridículo ante la historia y ante el disparate fabricado por los protagonistas de la misma.