1.- Siempre me ha gustado comprar artículos falsificados, pero sólo las buenas imitaciones. Las malas me hacen daño en la muñeca, si son relojes, y en la vista si son maletas, gafas, bolsos u otros artículos. Las mejores falsificaciones de las grandes marcas se encuentran en este momento en Turquía. Algunas también en Marruecos, aunque en este país se fabrica mucha canchanchanada, no siempre muy parecida al producto original. En los Estados Unidos, y procedente de China, se encontraba buen género, y aún se encuentra, pero está muy perseguida la cosa por la policía. Ahora los chinos te pescan en Canal St. y te conducen, en coche, hasta lugares más seguros para mostrarte lo que tienen; o te llevan por unas calles secundarias de su barrio neoyorquino hasta unos garajes que te dan miedo -no pasa nada jamás-, donde almacenan el material. Pero en Estambul es distinto. En Estambul no hay problema de mostrar los objetos falsos, pero perfectos, en determinadas tiendas a un precio sensiblemente inferior a los originales. No cito aquí las marcas falsificadas pero imaginen ustedes los mejores y los más diversos artículos: bolsos, zapatos, pachminas, atachés, relojes, colgantes, lo que quieran. Yo creo que algún comerciante de Tenerife vende esos artículos hechos en Turquía, incluso, como auténticos. Tengo que comprobarlo.

El otro día compré en el sur -ya lo conté aquí- gorras de Gucci -esta vez voy a decir la marca- por nueve euros (las primeras las compré por diez y luego me las rebajaron). Las originales valen unos 200 euros. Y son exactamente iguales, fabricadas en China, incluso con la etiqueta de la marca original. El pasado fin de semana me puse una de ellas para dar una vuelta por Santa Cruz y todo el mundo se fijaba en la gorra y me preguntaba dónde la había comprado y cuánto me había costado. Les dejo con la incertidumbre de si informé o no a los que se interesaron por la dichosa prenda, por otra parte muy bien imitada.

3.- De vez en cuando se realizan redadas para incautar mercancía imitada. Da igual; siempre entra más. No sé cómo se las arreglan para meter la mercancía en la isla, pero lo consiguen. Quizá disimulada en contenedores, no tengo ni idea. Yo no tengo demasiados remilgos en comprar ese tipo de objetos imitados, siempre que sean buenos. En los aeropuertos de París a veces someten a chequeos a los viajeros y si son falsos sus maletas y sus bolsos, se los incautan. Pero no es lo habitual. Hay un celo tremendo por parte de la Guardia Civil en las carreteras que salen de Andorra para incautar cartones de cigarrillos. Qué fastidio, con lo caros que están aquí.

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