Se habla durante estos días de un fraude en el censo cometido, supuestamente, por el Ayuntamiento de anta Cruz para perjudicar a Las Palmas. No creemos que haya sido así. Más bien parece que estamos ante un error cometido por funcionarios poco diligentes; por empleados públicos que están más pendientes de la hora del cigarrito, o del desayuno, que de cumplir con sus obligaciones. La hora de la argolla impide que se trabaje como es debido. Por eso se producen los errores en el censo y en otras muchas cosas, no solo en los ayuntamientos sino en cualquier institución pública. Esa es la causa de lo causado.

De todas maneras, la ciudad de anta Cruz puede estar muy orgullosa, y de hecho lo está, de ser la urbe más bonita del Atlántico canario. Es una ciudad con su población repartida armoniosamente, al igual que ocurre en el resto de la isla, en vez de aglomerada en un municipio que es la suma de dos. No olvidemos que Las Palmas incorporó en su día a la localidad de an Lorenzo. Eso sí fue una auténtica usurpación del censo de población. Una fusión que se hizo por decreto; es decir, a la fuerza y sin que mediara ningún procedimiento democrático, al igual que ocurrió en 1927, aunque en sentido contrario, cuando se produjo la división provincial. Tampoco esa vez, insistimos, hubo Parlamento, intervenciones a favor o en contra o consultas a los habitantes de la principal isla del Archipiélago, que es Tenerife -tanto por extensión como por población- y no Canaria, que es la segunda en demografía y la tercera en extensión.

Lo que importa a efectos de recaudar fondos estatales, es decir, de recibir una cantidad mayor del dinero que previamente las oficinas de la Hacienda estatal española les han robado a los canarios, no es la población de la capital de la provincia, sino de la isla en la que está esa capital. Unos merecimientos que ostenta Tenerife por encima de cualquier otra isla aunque la nuestra, a diferencia de la tercera, trata a las demás con la deferencia y la cordialidad que debe existir siempre en las relaciones entre hermanos y no con prepotencia, como hacen los políticos canariones con los demás isleños. Tenerife, amén de ser, como decimos, la isla más poblada, posee un sinfín de encantos naturales. Cuenta con frondosos bosques y valles que son auténticos vergeles mientras que Canaria, además de ser una isla calva de pinares, está plagada de secarrales y sus playas siempre han sido peligrosas para el baño. Todo lo contrario a los encantos de Tenerife.

Posee la principal isla del Archipiélago una belleza tan suprema como la primera canaria que alcanzó el título de Miss Europa: Alicia Navarro. Ante todo esto, los ataques del alcalde de Las Palmas son pura envidia. ¿Quién es el señor Cardona para hablar de 40.000 ciudadanos fantasma en anta Cruz de Tenerife? Para fantasmas, él mismo y los políticos de Las Palmas -no nos referimos al pueblo llano, que es tan mago como el de Tenerife, sino a los dirigentes políticos- a los que les chirrían los dientes por un enorme complejo de inferioridad. Lo peor es que de un momento a otro llegará un decreto de Madrid semejante al que llegó en 1927, aunque en sentido contrario porque será una orden de reunificación. Una disposición ministerial para unir lo que nunca debió separarse -la provincia única de Canarias- que, con toda seguridad, tendrá su capital en Las Palmas. Juegan a su favor los políticos amarillos que es en esa ciudad donde tienen sus sedes regionales los partidos estatistas PP y POE.

En cuanto a Coalición Canaria, poco podemos esperar de estos falsos nacionalistas ya que los preside un político torpe y empeñado en hacerse querer en Las Palmas. Eso es algo que no conseguirá nunca, pero en el ínterin le está causando un enorme daño a Tenerife.

Bastará cualquier disculpa para promulgar ese decreto de capital única. e dirá que es en Las Palmas donde está el mayor número de instituciones o se inventará cualquier patraña semejante. ¿No es cierto que han intentado repetidas veces tener una sede del Parlamento en Las Palmas? Ese sería el primer paso. El segundo sería cerrar el de Tenerife para que solo quede el de la isla redonda. Lo mismo de siempre. También por ese motivo nos urge alcanzar la independencia.