Imagínate que eres chipriota. Más o menos los mismos kilómetros que Canarias, aunque concentrados toditos en una sola isla mediterránea que nos vende papas del país. En su caso, divididos conflictivamente en dos, 2/3 de origen griego y 1/3 de turcochipriotas fuera de la Unión Europea. La mitad de habitantes que nosotros y cuatro días, "que llueva que llueva la Virgen de la Cueva, que sí, que no, que caiga un chaparrón...", y que les quiten de sus cuentas 5.799 y un millón.

Esa era la condición. Y en estos días pasados teóricamente los cogieron por sorpresa, desprevenidos, cerrados en un puente de amargura para muchos y haciendo colas en los cajeros; les levantaron las perras. Ese era el invento avalado por los cerebritos del viejo continente, clavar al que tuviera un depósito. ¿Usted tiene deposito?: pues le quito un trozo.

Los chipriotas -que no idiotas- se despertaron el sábado sin saber ni a quienes ni cuánto dinero les confiscarían mediante el "impuesto especial" decretado a por la espalda, con alevosía y a traición, en la reunión del Eurogrupo del pasado viernes, principal condición para la entrega de 10.000 millones de euros en ayuda a un país en recesión desde finales de 2011 y cuyo sector bancario (seis veces mayor a su economía) se encuentra al borde del colapso. Después de una primera intención de gravar indiscriminadamente el total de las posiciones fijas en los bancos, el gobierno chipriota recibió el lunes el visto bueno del Eurogrupo para que la medida sólo fuese aplicada a los más ricos, pudiendo salvar del impuesto los depósitos inferiores a 100.000 euros, siempre y cuando se siga consiguiendo el objetivo de recaudar 5.800 millones de euros.

A ver cómo lo consiguen porque si reducen la base tendrán que aumentar obligatoriamente el porcentaje. La realidad es que en economía los argumentos de macro o de conjunto están sirviendo para justificar aberraciones de micro o de agentes individuales, y lo que todavía es peor, lanzando al espacio mensajes como "cuando los depósitos chipriotas veas gravar pon los tuyos a remojar".

Aquí hay un factor a valorar muy mucho. Chipre funcionaba como un verdadero paraíso fiscal, con un sector financiero que, desproporcionado a su economía, operaba con los restos del descalabro griego y sobre todo como una verdadera lavadora de rublos, por lo que también estas actuaciones podrían alimentar un conflicto UE-Rusia que implica a oligarcas rusos que evadían impuestos a través de la isla. Como en una película de espías. Fíjense quienes protestan más: tanto el presidente ruso, Vladímir Putin, como el primer ministro, Dmitri Medvédev, se mostraron muy cabreados con las decisiones tomadas al respecto. "No andaremos con rodeos, esto (la quita) se asemeja a una simple confiscación de dinero ajeno", declaró el jefe del Ejecutivo ruso, según agencias locales. A su vez, Putin tachó de "injusta, poco profesional y peligrosa" la medida, y se reservó acciones en el futuro.

Ya lo había preguntado una ministra austriaca, María Fekter -experta en hablar clarito-, cuando se negociaba el rescate: "¿Qué hay de los rusos y sus empresas ficticias que blanquean el dinero a través de sus bancos? ¿Les damos a ellos también el dinero de nuestros contribuyentes?

Para que nos hagamos idea, han publicado que operaban unos 19.000 millones de dólares a finales de agosto del año pasado y que no era dinero escondido en esas cuentas, fuera del control de la Hacienda rusa, sino dinero que llegaba de Rusia y volvía al país en forma de pagos o inversiones. Es decir, que si se hubiera decretado un corralito completo, digamos a la argentina, que se prolongara durante un largo espacio de tiempo, muchas de esas empresas -si eso fuera verdad- quedarían en condiciones desesperadas de liquidez, y algunas hasta tendrían que suspender pagos. Y no queremos que los rusos se enfaden con la eurozona, ¿no?

No, desde luego que no. Pero todo esto, sí es verdad, se asemeja a una sucesión de disparates que únicamente tienen sentido si se ponen en relación con el disparate previo, ¿Rusos lavando dinero u operando legalmente con un paraíso fiscal de una isla dividida en dos Estados en el que uno de ellos dentro de la Unión Europea mete un sablazo para que los ahorristas paguen una parte de su deuda provocada parcialmente por una ruina griega?

Para entenderlo habrá que apelar a ese mundo fantasioso, parecido al de Harry Potter, que se esconde en la economía.

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