ASÍ SE LLAMA el banco malo que están pariendo. ¡Te lo juro! Parece un nombre árabe aunque responde a las iniciales de Sociedad (de gestión de) Activos (procedentes de la) Reestructuración Bancaria.

Del "Banco Malo El Sareb" líbranos, Señor. Imagínense, una esquina rotulada con semejante alegoría a la que se podría añadir, en color negro, el anagrama completo de la bandera pirata con los dos huesos y la calavera. Ya les digo desde ahora que ahí no va a entrar ni Cristo y salvo que busquen sensaciones fuertes va a provocar un efecto como la casa del terror. ¡Qué susto! La gente cruzará de acera para no pasar por delante. Será horroroso. Poco menos que los empleados irán vestidos de Drácula, con cuchillos y cosas así. En el mostrador, la niña de "El exorcista". En el despacho del director el hombre lobo. En la caja fuerte varios orcos sacándole las uñas, dándoles descargas eléctricas y torturando a los morosos. La sensación probablemente será que te pueden meter una verdadera paliza si vas a pedir un crédito. Como tarjetas de crédito me imagino tapas de ataúdes, porque ya digo que se supone que tendrían que ser malos, malos de verdad. Atravesados y rencorosos. Muy ruines. Su propio nombre lo indicaría y si los otros bancos son buenos o al menos regulares -guárdame un cachorro- este va a tener que ganarse la reputación a pulso haciendo auténticas canalladas. Bueno, al menos más canalladas de las que hacen los buenos.

Hago un pequeño inciso, un paréntesis, un kit-kat: acaba de pasar por delante de mi oficina (18/10/12, 20:10 horas) en La Salle una manifestación. Unos cien niños, adolescentes o jovencitos de no más de 16 años, una sola bandera, la bandera canaria con las siete estrellas en alto, muchas pancartas. Al grito de manos arriba esto es un atraco, dos furgones de policía, uno delante y otro detrás. Un cordón de los mismos a pie precediéndolos y otro escoltándolos. Las calles, desde Meridiano, Buenos Aires y Puente Galcerán, cerradas; la gente, asomándose. Y yo que digo, ante nuestra escasa capacidad de reacción y valentía, que a ver si van a ser ellos los que tengan que dar la cara.

Y continúo con lo del banco malo, ahora en serio. No van a abrir sucursales y ni usted ni yo vamos a tratar con ellos. Para nosotros será una superposición, salvo que a futuro alguien opte por embarcarse en un superproyecto inmobiliario. En realidad lo que se va a crear es un gran contenedor de materia oscura reciclable que recoja una parte de esos activos imposibles de colocar en el corto plazo y en los que en una mayoría de casos habrá que poner más pasta, sin saber ni cuándo, ni cómo, ni a qué cifra podrá amortizarse. Promociones a medias y muertos variados. Para adquirir y rentabilizar esa megachatarra del ladrillo contarán con más instrumentos limpiando de paso los agujeros de los bancos nacionalizados. Su capital querrían que fuera de entre cuarenta mil y sesenta mil millones de euros; entrarán Santander BBVA y Caixabank y casi seguro otros como Sabadell, Bankinter o Kutxabank. Su misión será adquirir activos tóxicos para sacarlos de esos balances y pasarlos al banco malo, se supone que a precio reducido. Ahí es donde está la dificultad y el problema, en los precios a los que se van a fijar las operaciones. Es como crear el horizonte, lo difícil después será alcanzarlo.

El objetivo del Gobierno es que menos del 50% de las acciones estén en manos públicas (FROB) para que ni su deuda ni su déficit computen en las cuentas del Estado. Bruselas y Madrid prefieren, además, que la entrada en el capital se produzca en efectivo, porque en un principio el Sareb tendrá que asumir costes de operatividad e incluso, pérdidas, con lo que necesitará dinero contante y sonante. La puerta la han abierto a los inversores privados, fondos, aseguradoras y grandes fortunas, para que entren en el accionariado o adquieran títulos a cambio de activos. El borrador del decreto que lo regula sostiene que "el Sareb podrá recibir en aportación de inversores institucionales otros activos de similar naturaleza" a los previstos para las entidades financieras

Hay que explicar que el sector financiero no quiere al Sareb porque significa desvalorizar y asumir perdidas, aunque en realidad lo pagaremos nosotros en esta generación. Con suerte la próxima verá algún euro.

infburg@yahoo.es