ALGO que depende de la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias y cuya responsable parece no querer publicitar: las listas de espera que el ciudadano soporta.

Quiero expresar de antemano, como lo he hecho en ocasiones anteriores, que el SCS tiene sus luces y sus sombras. Sus luces: la atención hospitalaria, una vez que salvas la barrera de la lista de espera. Creo estar en lo cierto si digo que la atención hospitalaria es de una calidad apreciable. Lo tengo vivido y reconocido. Y lo estoy viviendo actualmente en el HU Ntra. Sra. de Candelaria: la atención (médico, enfermeras, auxiliares), la limpieza, la comida al paciente... adquieren el rango de sobresaliente.

Dicho lo anterior, he de referirme a las sombras: las listas de espera. A ello me he referido en múltiples ocasiones en esta columna sin que los distintos gobiernos centrales (todavía me acuerdo de las promesas del Sr. Zapatero en su primera campaña electoral de reducir los tiempos de espera a niveles incumplibles por la nula competencia que al efecto había de tener ya que esta estaba transferida a las comunidades desde tiempo ha) y los distintos gobiernos canarios se lo tomasen en serio. Bueno, en cuanto a Canarias, distintos no, o sí por su composición, pero siempre bajo la presidencia de un perdedor, cual es CC.

Las listas de espera, en cuanto acontece a la atención especializada, suele ser larguísima según qué especialidades, aunque por lo vivido y oído a algunos usuarios serían casi todas. Y ello pese a que el médico de familia, juzgando la patología, pida interconsulta como "preferente" (a lo peor este término adquiere para el SCS el mismo valor que las "participaciones preferentes" para los bancos). Tengo ante mí una petición de interconsulta "preferente" por una disfunción gástrica solicitada el 1 de febrero de 2012. La fecha de cita otorgada a tal fin es 26 de febrero de 2013. Puede entender el lector la evolución que en todo ese tiempo viene adquiriendo dicha disfunción. Dado el empeoramiento, y como los médicos de familia lo tienen un poco serio para solicitar "urgente", el paciente intenta obtener una cita con anterioridad si en la lista de la especialidad se produce alguna vacante. Acude al mostrador y, efectivamente, hay dos vacantes para noviembre. La empleada intenta otorgarle esa nueva fecha y... ¡ah! ¡horror!... el nuevo programa informático no le permite conceder alguna de estas vacantes y anular la otorgada para el 26 de febrero de 2013. Y todo ello con la tensión y desesperación de la empleada por no poder realizarlo. Ni aun llamando insistentemente a otra dependencia para buscar la solución; no atendían al teléfono.

Por otra parte, he vivido la falta de compromiso ciudadano al efecto que nos ocupa. Oír en el CAE Rumeu Hardison cómo, de distintas especialidades, llaman a pacientes citados que no comparecen. Esto también produce alargamiento en las listas de espera. Cuesta poco anular la cita si no se puede asistir, para dar cabida a otra persona. Claro, si el programa informático lo permite, que, como he expuesto en el párrafo anterior, es harina de otro costal.

También se producen actuaciones improcedentes que provocan en el ciudadano dolosas pérdidas de tiempo. Puede ocurrirte que te persones a la consulta en la fecha y hora asignada y te consuma la espera. Y esperas a que te llamen, y pasa una hora. Y sigues esperando, y han pasado dos horas. Y cuando ya, cansado de esperar y tenso decides preguntar qué pasa, te dicen que el médico no acudirá y que las consultas de éste las pasarán otros médicos cuando puedan. ¿Cuesta trabajo alguno informar de la incidencia a los pacientes citados? Esto pasaba el día 3 de octubre en consulta externa de Otorrinolaringología del Hospital Universitario de Canarias. Y es que... así somos.