A POCO que se consoliden pequeñas variaciones en las medias, por ejemplo, unos grados más de temperatura, nos podemos encontrar con enormes consecuencias estructurales que mutan el planeta. La capa de hielo sobre Groenlandia se ha derretido casi completamente. Los científicos de la NASA no dan crédito: el 97% de la cubierta se fundió en solo cuatro días. El fenómeno es tan extraordinario -no constan precedentes desde que se registran los datos- que de hecho pensaron que se trataba de un error.

Entonces, habría que preguntarse si puede ocurrir lo mismo en cuanto a la situación de crisis económica en Europa, en España o en Canarias. Lo que hoy vemos negro negrísimo, congelado congeladísimo, puede transmutarse en blanco y líquido en cuestión de horas.

Es más, al respecto de la crisis, parece que ha bastado con que primero a un consejero austriaco del Banco Central Europeo, Ewald Nowotny, se le haya ocurrido la brillante idea de que dotando de una licencia bancaria al Fondo de Rescate se podría -cumpliendo escrupulosamente y de manera relativamente rápida y controlada con el boato político burocrático europeo- frenar la especulación desatada sobre las deudas soberanas de los países periféricos; y, segundo, que Mario Draghi diga tres frases y asegure encontrarse "dispuesto a hacer lo que sea necesario para preservar el euro", para luego apostillar con un "créanme, será suficiente", para que todo cambie.

No hizo más que abrir la boquita de piñón este economista socialdemócrata, presidente (gobernador) del Banco Nacional de Austria, y ya como que el panorama se vio de otra manera. Es curioso, pero se descongeló la esperanza y apareció una especie de luz al final del túnel. Evidentemente, tocó la tecla maestra, que más tarde apostilló el presidente del BCE, el euro subió por primera vez en seis días frente al dólar y el yen, después de que sus comentarios fueron publicados. Intervino Draghi y la prima bajo hasta cincuenta puntos.

No importa que el citado iluminado de la Republik Österreich se encuentre envuelto en un feo escándalo por pagar presuntamente 17 millones de euros nada menos que al Gobierno sirio para conseguir encargos de ese país, en los que posteriormente los pagos eran desviados a través de paraísos fiscales retornando en parte a Austria, según ha publicado el rotativo Wiener Zeitung; o que el fiscal investigue acuerdos similares con Azerbayán. Es intrascendente, como en la canción de Raphael: "Qué me importa lo que piensen de mí si no soy casi nada. ¡Qué me importa". Es cuestión de actuar, hagan lo que dice el nota y denle la dichosa licencia de operador bancario al Fondo de Rescate.

El licenciante que licencia al licenciatario es Europa; la ficha al Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) lo habilitaría de inmediato y le proporcionaría acceso a los préstamos del Banco Central Europeo, aliviando las preocupaciones de que su falta de músculo ("solo" 500.000 millones de euros) lo incapacitara para socorrer con respaldo garantizado a España e Italia. Añadiendo leña: "No es algo únicamente aplicable en el campo de la política monetaria, así que esto es parte de un amplio debate", dijo Nowotny.

Está claro que el debate colocado sobre el glacial hay que resolverlo, pero ya: "Si España e Italia pierden el acceso al mercado, el hospital de liquidez tendría que ser rediseñado, en términos de tamaño, antigüedad y financiación". La cuestión es que con el 7% de interés nos congelamos.

La fórmula permitiría crear una estufa para calentar mucho más allá del medio billón de euros, que es lo que atesora aproximadamente hoy en día ese fondo, con lo que podría solventemente demandar dinero al BCE, actuar para disuadir y desmontar los acosos sobre los periféricos. El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, ya se ha posicionado: está de acuerdo, cree que el recurso permitiría frenar la especulación en los mercados.

En Groenlandia la cresta de calor provocó incluso el deshielo en el área central de la isla, donde no se había derretido desde 1889. En Canarias, al contrario, nos estamos congelando. El coste neto de un trabajador isleño fue 5.000 euros inferior a la media nacional. El salario fue inferior en casi 4.000 euros a la media estatal. Canarias fue la comunidad con el coste laboral bruto por trabajador y año más bajo. O le dan la licencia o habrá que arrimarse a otra estufa.

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