CAJACANARIAS, que es un nombre abreviado que le pusieron a la Caja General de Ahorros y Monte de Piedad de Santa Cruz de Tenerife, la cual nació y se llamó con ese sustantivo durante muchos años, informa un periódico local, que no es EL DÍA, que lleva más de un siglo al servicio de las familias y las empresas de las Islas, aunque no recuerdo que la entidad haya celebrado acto alguno para conmemorar sus cien primeros años de existencia.

No niego el mérito de los fundadores. Sus supuestas ayudas a empresas y a personas y su destacada obra social, aunque no puedo olvidar un mal recuerdo que tengo de mi primera juventud en que tuve una necesidad familiar y la caja, en la que entonces mandaba un sacerdote de apellido Herraiz Malo, rechazó mi solicitud.

Pasó el tiempo y, ya trabajando en este oficio, colaboré con la entidad cuando su director era don Juan Cas Ganzo, con quien entablé amistad y a quien estimé y admiré mucho, porque don Juan, además de su competencia profesional, era persona muy culta y preparada con influencias en materia artística y literaria y pertenencia a entidades notables.

Publiqué en este diario reportajes sobre la caja de ahorros y sus obras y actividades, que, entonces, eran varias en lo que atañe a solidaridad y fomentando lo artístico y lo cultural.

Creo yo que, por entonces, pasó la Caja de Ahorros de Tenerife su "edad de oro" particular.

Luego cambiaron los tiempos y las cajas de ahorros tendieron a la conversión en entidades financieras. Como entiendo poco de la actividad bancaria, no sé si, en esa vertiente, las cajas ganan más dinero, pero creo que el simple negocio, el incremento del capital, que representa mayor poder, sea el objeto fundacional de las cajas de ahorros. No me agrada lo de la Banca Cívica ni las fusiones de cajas para ganar más dinero, que es más poder y mayor dominio de los mercados. Prefiero las antiguas cajas, con sus préstamos a los que menos tienen y sus obras solidarias en favor de los más pobres. Así nacieron y así deben seguir, porque sigue habiendo pobres y necesitados a quienes socorrer y contribuir a mejor vida que la que llevan.

Y que terminen de una vez esas fusiones que van directamente a los mayores dividendos y, a veces, terminan mal, como esa caja madrileña que ha metido en un túnel sin salida el movimiento bancario de toda España.