CONSIDERA el Financial Times británico que los Presupuestos españoles no dan con la clave para salir de la crisis. Los ingleses nos recomiendan que pongamos freno a los gastos de las comunidades autónomas. Qué casualidad que alguien por ahí fuera también considere un desastre el disparate a que ha llegado nuestro Estado de las autonomías. ¿También dirá ahora Paulino Rivero que el PP, y algunos de sus entusiastas seguidores, utilizan la crisis para acabar con la descentralización del Estado? A lo mejor sí, y nada tendría de extraño esa salida del presidente regional. Después de todo, el señor Rivero hace tiempo que ve enemigos de Canarias y de su persona hasta en la sopa.

Me encontré el miércoles a mediodía con un par de funcionarios. Uno de ellos se quejó de que los estuviésemos usando como chivos expiatorios. Yo no, desde luego. Al contrario: considero que un cuerpo de funcionarios bien formado y competente resulta esencial para que marche adecuadamente un país al margen de los vaivenes de la política. Algo que ya ocurría -lo he dicho muchas veces- con el imperio romano, que se tuvo en pie durante siglos y siglos, pese a circunstancias históricas a veces muy difíciles, así como a las veleidades de algunos de sus emperadores, gracias a que las principales tareas del Estado estaban en manos de funcionarios capacitados para realizar su labor.

Lo criticable en España con respecto a quienes trabajan en la función pública son dos aspectos que, otra casualidad por supuesto nada casual, también señala el Financial Times: su desconcertante estructura -heredada de la época del franquismo, según considera acertadamente este diario- y el hecho de que a los funcionarios españoles se les sigue considerando una especie protegida. ¿Le enviarán al director del Financial Times los mismos mensajes, vía correo-e, que nos envían algunos funcionarios a quienes opinamos así tachándolo también de envidioso porque no tiene un empleo público? Vamos, como si ser funcionario supusiera un mérito olímpico. No es un demérito, que eso quede claro, pero de ahí al endiosamiento media -o debería mediar- una distancia bastante grande. Lástima que tengan que decirnos desde fuera lo que muchos hemos dicho desde dentro aun a costa de ser denostados por ello.

Tampoco se explica el periodista del Financial Times por qué en vez de reducir la factura estatal y eliminar estratos administrativos, el Gobierno español recorta el gasto en investigación y desarrollo, que es un motor de la recuperación, nada menos que un 25 por ciento, mientras que "el sueldo de los funcionarios apenas se congela". Esa pregunta solo puede formularla alguien que no conozca este país. De otra forma no ignoraría que ha pasado mucho tiempo, pero no han cambiado las ancestrales mentalidades de siempre, desde que alguien dijo "que inventen otros". Claro que sí. ¿Para qué investigar si podemos pagar patentes por lo que han descubierto los demás? Ahí tenemos, por ejemplo, el caso de nuestro campeón Fernando Alonso, al que todo españolito aplaude con una idiotez congénita. ¿Todavía no nos hemos enterado de que en estos tiempos resulta más productiva la tecnología del coche que la destreza del piloto? La tecnología es italiana, como se sabe, y el pimpollo que la conduce de Asturias patria querida. ¿Somos o no somos unos infelices planetarios?

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