Reducir el déficit público manteniendo prácticamente intacto el modelo de estructura gubernamental supone llevar a cabo recortes o reducciones en la capacidad adquisitiva de los paganinis, o sea, del público en general, que somos los que al final pagamos los desmanes, ya sea mediante bajadas de sueldo o de subida de los impuestos, a gusto del gobierno de turno.

Me gustaría saber si los que tienen la responsabilidad de meter las tijeras, que meterlas hay que meterlas sí o sí, se han planteado siquiera la posibilidad de eliminar las Autonomías, por ejemplo. Qué..., ¿he escrito alguna barbaridad?, hombre pues...

No, mire Ud., en este país, una de las cosas que hacen mucha falta es empezar a llamar a las cosas por su nombre, y si hasta hace treinta años hemos podido vivir sin ese escalón de gobierno y hemos evolucionado, pienso que de la misma forma podríamos seguir adelante, pero en un régimen democrático, y no confundamos la parte con el todo.

Amargarle la vida al ciudadano con tanto recorte es una solución, pero ¿es la más legítima? Creo que un sistema político es legítimo cuando es eficaz a la hora de procurar a sus ciudadanos mejores condiciones de vida, y esto, últimamente, hay que cuestionarlo al menos.

De la misma manera que una persona prioriza sus alternativas y decide, por ejemplo, en último extremo emigrar, es decir, coger el toro por los cuernos, de la misma manera el actual gobierno podría ser valiente y plantear una reforma de la Constitución para definir una nueva organización territorial del Estado en la que desaparezcan las Autonomías y de paso se cierren heridas que llevan muchos años abiertas y sangrando.

Nicolás Villodres Ríos

Niños pasivos y obesos delante del televisor

Los niños de entre 2 y 4 años que pasan demasiadas horas frente al televisor son más proclives a degustar golosinas y alimentos ricos en sal. Así lo afirma un estudio publicado en la revista Journal of Children and Media. El estudio se centra en un momento decisivo en las vidas de los niños, cuando la televisión tiene el poder de inculcarles malos hábitos alimenticios que pueden desembocar después en obesidad, explica Kristen Harrison, profesora de Estudios de la Comunicación de la Universidad de Michigan. En el informe, los autores identificaron las tres principales formas que tienen los progenitores de contagiar hábitos televisivos a sus chiquillos. La primera es la restrictiva, el tiempo que pueden permanecer frente a la pequeña pantalla. La segunda es la instructiva, en la que el contenido televisivo suscita la comunicación entre padres e hijos, y la tercera es la permisiva, en la que los padres aprueban el contenido que ven sus hijos en la televisión.

La cómoda costumbre de dejar a los niños delante del televisor para que no importunen demasiado no les hace ningún favor a la salud de los más menudos. Dos científicos de Nueva Zelanda han demostrado que ver demasiado la televisión durante la infancia aumenta las posibilidades de ser obeso de forma más directa que la mala alimentación o por no hacer ejercicio físico. El 41% de las personas que tienen sobrepeso a los 26 años de edad coincide con aquellos que más horas pasaron en su infancia frente al televisor.

Por otra parte, el estudio concluye que la televisión es el medio de comunicación preferido por los niños, por delante de internet y los videojuegos.

Los pequeños de entre 2 y 4 años invierten más de diez horas a la semana viendo la pequeña pantalla. Los pediatras aconsejan no superar las catorce horas semanales de exposición mediática.

Por último, el Centro para la Libertad de los Consumidores de EEUU ha iniciado una campaña en contra del sobrepeso bajo el lema "Obesidad: ¿epidemia o exageración?". Pretende negar lo obvio en el país con más gordos del mundo. El diario del Colegio Médico señalaba que la obesidad era la segunda causa de muerte en este país.

Clemente Ferrer

(Pte. del Instituto Europeo de Marketing)