UNA de las preguntas que viene repitiéndose con insistencia a lo largo de la historia es la siguiente: ¿qué demonios tendrá la política para que todo el mundo, una vez instalado en ella, se aferre histéricamente a cualquier carguito y no quiera abandonarla jamás? La de España, la de Canarias, se está enriqueciendo a medida que transcurren las legislaturas y sus protagonistas van emulando lo que en tiempos de los judíos se denominaba el Gran Sanedrín (lo formaban también tres partidos). Es posible, incluso, que estemos inconscientemente fomentando la gerontocracia, porque, tal y como se van desarrollando los acontecimientos, pronto podamos asistir a una reunión de ancianos estudiando soluciones para el tráfico en Santa Cruz de Tenerife, uso del Parque Marítimo, renovar Las Teresitas, el cierre o no del Anillo Insular o la instalación de las plantas gasificadoras en el Archipiélago, además de la conveniencia y peligros que pueden ocasionar las prospecciones petrolíferas cerca de las Islas, que pertenecen, como tantas otras cosas (ojear último acuerdo con Europa), a Marruecos y, por ende, a Francia y Estados Unidos.

Pero hoy, a niveles nacional e insular, lo que importa a la clase política no es la difícil situación por la que atraviesan millones de conciudadanos. No. Lo que interesa, preocupadamente, son las luchas internas en cada organización por confeccionar el continente y el contenido de los diferentes congresos a celebrar en los primeros meses del próximo año. Al otrora todopoderoso Felipe González sus compañeros y los votos se lo quitaron de encima. Él, astuto como nadie, ya se había diseñado su retiro dorado. Rajoy revela a Merkel y Sarkozy sus propuestas para un futuro mejor. Lo va a tener complicado, tal y como se ha montado a su alrededor el nuevo escenario europeo. Algunos analistas atrevidos afirman que apenas durará un año como presidente, siendo sustituido por un tecnócrata con nombramiento al estilo italiano, es decir, sin ningún tipo de elección. Simplemente designado, como el primer ministro Mario Monti, por los banqueros internacionales. La democracia por los suelos, la plutocracia hacia arriba. Espeluznante. Zapatero, para estar acorde con estos nuevos movimientos, se sacó de la chistera un indulto bien comentado y contestado en toda España. Mientras, los neonacionalistas canarios pendientes e inquietos por cualquier acuerdo entre las otras dos formaciones, alianza que puede cambiar sustancialmente el mapa político del Archipiélago.

Lo que todos desean es que se produzcan los menos cambios posibles y los congresos, por aclamación, designen a los mismos... con alguna cara nueva despistada. Muchos, con la boca pequeñita, proclaman el deseo (falso) de una indispensable regeneración o refundación, que son reivindicaciones distintas. Las nuevas generaciones, mejor preparadas que los viejos carcamales, reclaman su participación en los órganos de dirección. Una nítida visión de futuro, aderezada con una prioridad total hacia el interés común, puede significar un potente revulsivo que apoyará, sin duda, la sociedad española, cansada y harta de tantos disparates. Aquí estaríamos hablando de regeneración. Sin embargo, hoy, cuando se habla de refundación aparece Europa en primer plano, o, mejor, el euro. Sarkozy y Merkel han expresado la necesidad de refundar Europa. Rajoy ha sido el primero en comunicarles que cuenten con España. Lo real es que solo ha existido la eurozona y no la Europa de las naciones. Siempre hemos pensado que en el viejo continente son incompatibles un nórdico y un mediterráneo. De los primeros se puede afirmar que son gente seria; de los segundos, para expresarlo delicadamente, que son más divertidos. El propio clima nos diferencia. Los Tratados de la UE incluyen sanciones para los países que superen los límites del déficit (3%). Los diecisiete países de la eurozona seguirán adelante, aunque alguno de los veintisiete Estados miembros planteara problemas (Reino Unido). Se deberá incluir en las respectivas Constituciones el equilibrio presupuestario, como ya ha hecho España, y cada mes se reunirán los líderes hasta que se resuelva la crisis.

Esta situación afectará a Canarias porque los aumentos de recortes llegarán pronto y los diferentes sectores comprobarán cómo se arañan las inversiones previstas (Paulino ya mendigó genuflexo). Elena Salgado, Elena Valenciano, Carmen Chacón, Leire Pajín, Trinidad Jiménez, Rosa Aguilar (perdida desde que dejó Córdoba), o Ángeles González-Sinde, con su fracasada ley antidescargas y su último gran despilfarro, ¿pueden formar parte de una regeneración de los socialistas-obreros? (Citamos solo féminas). El horizonte de Rubalcaba está más que sombrío. El de Paulino Rivero, incierto..., pero pedigüeño.