EN TANTO que plural de "bruma", que procede del latín y significa solsticio de invierno, hemos de aceptarlo también como esas nieblas que se producen especialmente a nivel del mar; pero en nuestro caso insular no solo a nivel del mar, sino en medianías. Quizás por esto toma como nombre indiscutible de marca la producción vitivinícola de la Bodega Comarcal del Valle de Güímar, sita en los altos de Arafo: "Brumas de Ayosa".

Metafóricamente, esas brumas pudieran aparecer en la mente del individuo que tomara aquel sin la frugalidad conveniente. Sobre todo si se ingiere en altura y se desciende rápidamente al nivel del mar. No obstante, son brumas deleitantes al paladar y al espíritu. Uno se siente bien, sin perder la aguja de marear. Vivía estas agradables sensaciones el pasado 10 de agosto. Acudía a la bodega citada invitado para participar en una cata comparativa de diversos espumosos, entre los que estaba el propio de la bodega, y todos ellos de incógnito para el catador. Después de esta, para mí, dura prueba, habíamos de catar el Brumas "Brut Nature" en sus distintos estadios desde seco a dulce para decidir el preferido de cada catador. Jamás me había visto en tales circunstancias. Mis sentidos gustativo y olfativo no están desarrollados para tales exquisiteces. Hice lo que pude, pero disfruté del evento.

He dicho disfruté porque me encantó la visita guiada a la bodega. Éramos unas veinte personas, entre los que había especialistas y profanos, como yo, en la materia. Unas breves palabras del presidente de la bodega agradeciendo la asistencia y dando paso al enólogo de la misma nos ponía en situación de aprender disfrutando. El enólogo don Domingo Donato, extraordinario profesional, nos comunicó el objetivo que pretenden en la producción de espumoso y, seguidamente, nos condujo a la visita de la bodega explicando pormenorizadamente el proceso que se sigue para su elaboración, desde el control de la uva en la cepa hasta el embotellado para la distribución, pasando por el prensado, fermentación en depósito de acero inoxidable, trasiego, fermentación en botella, asentamiento de madres, descorche, relleno, embotellado, etiquetado y empaquetado. Un proceso prácticamente artesanal.

Qué decir de la bodega en su conjunto. Una expresión al uso, cuando la limpieza es excelente, es aquella de "se podría comer en el suelo". Pues eso. Tras la visita fue el proceso de cata ciega, anotando las observaciones en una planilla al efecto. Y tras esta cata, como colofón, una degustación de frutas que podíamos impregnar en chocolate fluyente y ello acompañado de espumoso. Un excelente final preparado con esmero e ilusión por el enólogo y el personal de la bodega. Una gozada.

Por mi parte, y creo recoger el sentir del conjunto de personas que allí estábamos, he de manifestar el reconocimiento y felicitación a la junta directiva de la bodega y, especialmente, al personal de la misma con el enólogo a la cabeza. Demostraron una gran capacidad en el gusto por el trabajo bien hecho.