ES ESA la consigna puesta de moda por los nacionalistas españoles (PP-PSOE) y que están de momento pregonando por ahí. Estos son los que continúan pensando que España es Una y solo una; Grande, aunque menos grande cada día, y Libre, pues ya vemos en manos de quiénes estamos: de los financieros, de los especuladores, de los bancos a los que no se cesa de inyectar dinero pese a sus vergonzantes ganancias y de las penurias de un gobierno central despistado y rodeado de embustes; y de una oposición, la del PP, que no ha hecho nada de nada (¿dónde está la elegancia y la valentía política, si tan mal está España, de una moción de censura que tenía que haberse producido a su debido tiempo?) salvo decir a R. Zapatero que convoque elecciones una y otra vez, esperando a ver qué pasa, que la situación por unos y por otros continúe pudriéndose y llenando el talego de los votos por la propia inercia de la incapacidad de un gobierno y no por la capacidad de una oposición devaluada tanto o más que el Gobierno del Estado.

Pues bien, según algunos encuestadores, le tocaría gobernar en 2012 al PP, por lo que los de aquí, el PP canario, andan ufanos en creerse unos fenómenos de la política cuando apenas han destacado en nada (no siendo, y es lo más significativo, en salir a escape del Gobierno de Canarias), lo que no les impide manifestar con cierto regodeo que se podría reeditar en Canarias el pacto que en Euskadi mantienen con el PSOE, aunque sean unos meros convidados de piedra, pero por el afán de gobernar que dicen tener no pretenderán convertirse, como allí, en guardianes de la paz para que el radicalismo vasco no se desmadre y que el terrorismo se atenúe y procure entrar dentro de los marcos de una política correcta y democrática. Lo que nos parece bien. Sin embargo, ya se ve lo que han conseguido al respecto. Solo gestos cara a la galería y poco más.

Y en Canarias da la sensación de que pretenden hacer lo mismo. Y no es porque el nacionalismo canario, hoy atomizado, pueda radicalizarse de la noche a la mañana, pero sí que ante cambalacheos políticos de esta envergadura y solo con el afán de asumir cotas de poder pudieran promover que esto fuera así, y de producirse esa torpeza sería el inicio de que los nacionalistas llegásemos ya de una vez al pleno convencimiento de lo que encierra un pacto político de esta naturaleza entre dos formaciones políticas, PP y PSOE, que están a la greña en lo que va de legislatura y que no les duelen prendas, ellos tan enemigos siempre, ahora amigos, en unirse para tumbar al nacionalismo canario.

Cuando en la política lo que prevalece es el personalismo y creerse ser unos fenómenos en esto o aquello, cuando apenas se trasciende de un mero lorismo, donde todo es repetición del que manda, o tiralevitismo o adulonería a ultranza, la política camina rumbo al marisco. Cuando lo que se dice se disfraza en retóricas vacías e inconsecuentes, y lo que se hace y vaya a hacerse es por el bien y un mejor futuro para las Islas, la verdad es que, viendo lo visto, hay que echarse a temblar. Cuando a los que empujan para auparse en el poder les importa un pimiento manejar deslealtades y darles puntapiés a las ideologías con la falaz condición de respetar parte de los programas electorales, no solo estamos en el camino del disparate, sino del desahucio político.

Pero no dejamos de comprender que la política, la mala política, donde el truque funciona, es así, y aunque no existan argumentos y fundamentos para entender falsos maridajes sí hay que tener en cuenta desde el nacionalismo canario, ante lo que pueda venirnos encima, que no es hora de alertagamientos ni de mirar para otro lado. Ahora, más que nunca, tendremos que arrimar el hombro e ir todos, el 22 de mayo, con una sola voz. Y cuantos más seamos, mejor que mejor.

Tumbar al nacionalismo canario es la consigna que se pretende ir metiendo en el ambiente electoral por el nacionalismo español del PP-PSOE. Allá cada cual con su estrategia, pero solo recordar que muchas veces lo que se consigue es el efecto contrario, reforzar voluntades e ir con más decisión si cabe hacia la construcción nacional canaria, ahora empujados, paradójicamente, por los de afuera.