EL DÍA siempre se ha pronunciado a favor de la unión municipal de Santa Cruz y La Laguna. Hablamos, naturalmente, de la unión política y administrativa, porque la unión física hace mucho tiempo que se ha producido. Y lo mismo podemos decir de otras dos localidades anexas, como son Tegueste y El Rosario, a las que también cabe que se sumen Tacoronte por el norte y Candelaria en la zona sur.

Desde esta Casa hemos querido ir más lejos al propugnar la unificación de todos los municipios de la Isla. Alguien nos ha criticado por esto, pero es hora de superar localismos fuera de época -casi siempre basados en celos injustificados y en un chauvinismo decimonónico que no cabe en el siglo XXI- y poner la administración de toda la Isla en manos de una sola entidad que puede ser, ¿por qué no?, el Cabildo de Tenerife; una institución muy querida por todos los habitantes de esta Isla, pues a lo largo de su historia ha sabido resolver los problemas de los tinerfeños y defender sus intereses. Nos hubiera gustado que el Cabildo y sus mandatarios hubiesen hecho más por la defensa de los intereses de Tenerife frente a la rapiña canariona -seguimos sin tener un escáner en el puerto de Santa Cruz, pese a las promesas del Gobierno de Zapatero y a la manifestación de "notables"-, aunque ese es un asunto que no vamos a abordar hoy. Nos hemos referido a él en el pasado y tendremos, por desgracia, que hacerlo de nuevo en el futuro, pero hoy no.

Nuestra propuesta de unión municipal a nivel insular no es una ocurrencia disparatada, sino algo posible e imperioso de abordar en los próximos meses. La situación de crisis no nos permite seguir teniendo 31 municipios sólo en esta Isla, máxime cuando las redes telemáticas, como el Napwaci en el caso de Tenerife, hacen factible que se resuelva la mayor parte del papeleo burocrático sin innecesarios desplazamientos. Lo que proponemos no es que desaparezcan las representaciones municipales, pues cada pueblo, ciudad o villa puede y debe seguir contando con la suya -incluso con una oficina del "sheriff" para atender las urgencias y la seguridad ciudadana-, pero sin la orgía actual de innecesarios cargos políticos y con una plantilla de funcionarios que sea la necesaria para las necesidades de cada población, sin los superfluos -y muy costosos, porque suelen estar bien pagados- cargos de confianza que en realidad están suplantando inútilmente a los empleados públicos.

Algunos nos critican, como decimos, pero cada vez son más las voces que nos apoyan en este sentido. Si no en cuanto a nuestra idea de la supresión total de los ayuntamientos, sí al menos en cuanto a la necesaria e imprescindible reducción. Una desaparición de la que se deduciría un ahorro en gastos inútiles, como el ya mencionado de los políticos que le chupan la sangre al pueblo. Miles de millones en un menor gasto, asimismo, de funcionarios, a los que se compensaría ocupando laboralmente a algunos en el nuevo organismo administrativo que se constituyese, y jubilando a quien corresponda. La idea de reducir municipios no es exclusivamente nuestra, como señalamos. También la ha apuntado el ex diputado europeo Fernando Fernández, quien ha advertido que si no reducimos nosotros el número de ayuntamientos, nos obligará a hacerlo la UE como ha ocurrido con Grecia.

Hoy, ya que estamos hablando de municipios, también queremos comentar las respuestas de los cinco candidatos a la Alcaldía de Santa Cruz a las trece preguntas que les ha formulado EL DÍA. En general, bien. Dice José Manuel Bermúdez, cabeza de lista de CC, que hay que trabajar duro para paliar los efectos de la crisis en la ciudad. Totalmente de acuerdo. La situación de Canarias y la de España mejorará cuando todos comprendamos que el trabajo es nuestra mayor fuente de riqueza. Aboga Julio Pérez, representante del PSOE, por una buena dosis de gobierno honesto y limpio. También estamos de acuerdo. Cristina Tavío pide una nueva mayoría de gobierno. Depende de lo que quiera hacer usted con ella, señora Tavío. Propone Guillermo Guigou que se ejecute la sentencia de Las Teresitas. En este punto nos permitimos recordarles a los vecinos de Santa Cruz quiénes son los culpables de que esta ciudad siga sin una playa en condiciones. Ignacio González reclama que se incremente el gasto en servicios sociales. Siempre que sea para ayudar a personas necesitadas, sí; para fomentar la holgazanería y la falta de ganas de encontrar trabajo, no.

Por nuestra parte, le pedimos al electorado que esta vez no se deje engañar. Sabemos que los candidatos de los partidos estatistas tirarán para España. Es decir, contribuirán a que los canarios les sigamos ofreciendo nuestro cuerpo a los españoles para que ejerzan su derecho de pernada; cuerpos de hombres y mujeres, dicho sea en el sentido políticamente correcto. Algo, pese a todo, que nunca será peor que sufrir el hambre y las carencias que padecemos ahora. Los que sean nacionalistas, o ciudadanos de estas Islas, por lógica, deben exigir que Canarias sea la tierra de los guanches: una nación en busca de su Estado. Los políticos que conocen cifras económicas saben que superamos a casi todos los países del mundo en PIB. Un PIB canario que se lo lleva España en forma de impuestos y cuotas a la Seguridad Social; un dinero que nos permitiría atender estómagos, salud, educación y cultura. Y cambiamos de tema, porque un día más nos vemos obligados a ocuparnos de Marruecos.

Los políticos parece que no se toman muy en serio el asunto de Marruecos. El asunto de Marruecos es grave. Es como la antigua peste o "moria grande" que se presentaba de la noche a la mañana y casi al instante acababa con mucha gente en pocos días; una enfermedad larvada. Con lo de Marruecos, esa peste, esa enfermedad se está incubando silenciosamente hasta que el día menos pensado brote desde Marruecos o desde la ONU. Entonces se evidenciará en otros foros, y por otros motivos, que no somos españoles. Y desde aquí lanzamos un reto a quienquiera para que nos demuestre lo contrario; es decir, que nos demuestre que somos españoles. Lo somos sobre el papel por la fuerza de la conquista de las armas, del metal, de la pólvora, de la ruindad y de la vileza contra una nación que vivía tranquila con sus estructuras de todo tipo.

Realmente, Marruecos no es un peligro latente porque se conoce; es un peligro en potencia. No tenemos nada contra Marruecos. Sí contra España que nos conquistó y colonizó. Tal vez con Marruecos, como provincia autónoma, tendríamos más derechos que como comunidad autónoma española, pero no queremos ser súbditos ni de Mohamed, ni de Juan Carlos: queremos a nuestros menceyes.

Aprovechamos las últimas líneas de este editorial para hablar del engaño tan feroz que nos hizo Zapatero con la promesa de los 25.000 millones. Qué socialista tan mentiroso el señor Zapatero. Y qué vergüenza que una representante en Madrid del nacionalismo canario se haya dejado engañar para apoyarle los presupuestos a este nefasto político. Por culpa de Zapatero, el porvenir de los jóvenes ha vuelto a estar en la emigración. Y lo que es peor, en la emigración de la juventud. Los beneficios que produce España se los maman los políticos, los socialistas sobre todo, y los que produce Canarias se los lleva España. Mientras tanto, los adultos canarios en las colas del hambre y los jóvenes buscando fuera un futuro que tendrían en su tierra si estas islas fuesen independientes. Porque a estas alturas resulta incomprensible la españolidad de Canarias. Que no olviden los canarios, que no olvide el mundo, que no olvide la ONU, que no olvide Europa, que no olviden los españoles que llevamos casi seis siglos de sometimientos después de cien años de resistencia aborigen contra el vil y cruel invasor español.