EL CABILDO de Tenerife ha contado de manera tradicional con una plantilla de trabajadores cuya eficacia y solvencia en el desempeño cotidiano han quedado más que probadas. Así se han encargado de reconocerlo numerosas entidades, igual que los propios tinerfeños, quienes valoran crecientemente una cercanía especial con esta institución. A las virtudes citadas, esas que tienen que ver con el "qué", cabría unir otras relacionadas con el "cómo", con la forma en que se presta ese servicio público, con la dedicación y la entrega que caracteriza al personal adscrito a esta corporación, más allá de la simple gestión de los asuntos insulares. Podemos sentirnos orgullosos de todo ello.

Con un siglo a sus espaldas, el Cabildo Insular ha venido prestando, prácticamente desde siempre, un amplísimo conjunto de servicios a los ciudadanos de Tenerife, acrecentado durante las últimas décadas, a partir de su transformación en auténtico gobierno de la Isla. Cabría decir que es rara la actividad cotidiana, para cualquier habitante de la Isla, en la que el Cabildo no tenga algo que ver. Y de ahí que todas las personas que trabajan en esta institución se sientan muy próximas a los vecinos de todas las localidades de nuestra geografía y expresen la satisfacción de hacerlo en beneficio de esta tierra y de sus gentes.

A lo largo del último año, algunas de esas personas desgraciadamente nos han dejado. Vaya para todas ellas nuestro recuerdo de gratitud y reconocimiento. Y permítasenos que lo simbolicemos ahora en la figura de Mary Luz Vallejo Cuadrado, fallecida muy recientemente, el día de Navidad, cuya desaparición ha provocado un hondo pesar entre familiares, amigos y compañeros de trabajo. Porque su trayectoria, tanto en lo personal como en lo profesional, reúne todas las cualidades que definen a los mejores.

Desde su puesto en la Secretaría de la Presidencia del Cabildo, Mary Luz trabajó a lo largo de casi cuarenta años, de forma ininterrumpida, con los últimos seis titulares de esta Corporación, desde José Miguel Galván Bello hasta un servidor, pasando por Andrés Miranda Hernández, Rafael Clavijo García, José Segura Clavell y Adán Martín Menis. Todos reconocimos en ella una rectitud y eficacia sobresalientes, adornada con otras virtudes especiales, como la discreción, la amabilidad, la honradez y la simpatía, que hicieron de su paso por esta Casa un auténtico modelo sobre cómo desarrollar día a día el noble ejercicio de la función pública.

La despedida de Mary Luz Vallejo, durante el sepelio oficiado en la iglesia de La Concepción de La Laguna, la ciudad que la vio nacer y donde residió durante toda su vida, fue una manifestación emocionante de cariño, consideración y respeto para alguien muy singular. Centenares de personas de toda condición acudieron hasta el viejo templo lagunero para arropar a su familia, al tiempo que homenajearon a quien, como todos coincidieron en valorar, entregó su vida a los demás, haciendo del cariño, la amistad y el compañerismo una manera de ser. Un modelo.