SIGUE incordiando la prensa de Las Palmas con el asunto del ciclotrón. Tan convencidos estaban sus políticos y dirigentes de que también en este caso se iba a producir un expolio a Tenerife, que andan de mal andar a cuenta de la decisión, muy acertada, de que este costosísimo equipo para producir isótopos destinados a usos médicos se instale finalmente en el Hospital Universitario de Canarias. Tenerife es la principal, la más extensa y la más poblada de las islas del Archipiélago, mientras que Canaria -y no "Gran" Canaria; acabemos de una vez con esa engañifa- es la tercera. No nos oponemos a que también el Hospital Doctor Negrín disponga de su ciclotrón, de la misma manera que, siguiendo por ese camino, también sería adecuado que exista uno en La Palma, en La Gomera y en cada una de las islas. Y viva el despilfarro. Mal que les pese a los canariones, la Consejería de Sanidad ha acertado al no volver a favorecer descaradamente a Las Palmas. No estamos ante un trato de favor, sino ante un acto de justicia. Por lo demás, existen otras razones para que el ciclotrón se instale en Tenerife por iniciativa del Cabildo tinerfeño. ¿No les parece poco a los dirigentes políticos canariones lo mucho que nos han rapiñado?

Parece que no. Parece que no es suficiente al menos para un periódico canarión que nació con el objetivo de dividir la entonces única provincia de Canarias. Un periódico que fue el vocero de quienes le soplaron al oído al dictador Primo de Rivera, al que engañaron, manipularon con sus influencias en Madrid y al final convencieron para que firmara el decreto que establecía las dos provincias. Sin esta acción embustera, propia de quienes en tiempos de la conquista de Canarias se unieron a los castellanos y sus mercenarios para acabar con el pueblo guanche que vivía en Tenerife, es muy posible que a día de hoy esta tierra hubiese recuperado su independencia o, en su defecto, ya se habrían iniciado conversaciones para fijar un calendario de traspaso de poderes desde la Metrópoli. A día de hoy, la tercera isla sigue actuando al servicio de los españoles que nos colonizan. Sus dirigentes políticos no son los habituales tontos útiles, sino los listos oportunos para que España mantenga divididos a los canarios. Y un pueblo dividido es un pueblo vencido de antemano.

Por otra parte, no nos extraña que a las críticas de los médicos del Hospital Doctor Negrín se hayan unido los diputados socialistas en el Parlamento de Canarias. ¿Tenemos o no tenemos razón cuando decimos que el PSOE, al igual que el PP, no sólo está al servicio de Madrid, como partido estatal que es, sino que también vela por los intereses de la tercera isla? Entre los políticos canariones el más atrevido ha sido Román Rodríguez. Político muy nefasto cuando presidió el Gobierno regional que ahora, en su categoría de vicepresidente del Cabildo de Las Palmas, está empeñado en potenciar proyectos tan absurdos como un tren que, en sus escasos 57 kilómetros de recorrido, debe circular la mayor parte del tiempo bajo tierra porque en superficie no hay espacio ni para los apeaderos. Qué desvergüenza la de Román Rodríguez al hablar de cacicada en el asunto del ciclotrón. ¿Y qué si este sistema lo acaba por pagar la Consejería de Sanidad con el dinero de todos los canarios? ¿No es verdad que también se empleó el dinero de todos los canarios para construir un hospital superabundante como el Doctor Negrín?

En el fondo de este asunto subyace, una vez más, la idea de los políticos y dirigentes canariones de que son grandes; de que no sólo son canarios, sino "gran canarios" o canarios más grandes que los demás. Este disparate no tendrá cabida en la nación soberana a la que aspiran cada vez más patriotas, pues la independencia es un clamor. En esta nueva Canarias -la auténtica nueva Canarias, y no la de Román Rodríguez- todos seremos iguales en libertad y dignidad, amén de tener la única identidad que nos corresponde: la de canarios.