1.- Hay gente que le suele dar mucha importancia a las cosas. Gente que todo lo encuentra trascendente. Fíjense, si no, en los tertulianos de la televisión y de la radio, quienes -con excepciones honrosas, entre ellas la de mi amigo Oneto- se pirran por pontificar sobre lo nimio. Y es un fastidio porque, por mimetismo, todos nos estamos volviendo un poco trascendentes y hemos vuelto, por ende, trascendente al país. Un país que era poco o no era nada dado a concederle importancia a las cosas. Yo mismo no he resistido la embestida y dice Loli que he perdido hasta el humor, lo cual corroboran las otras personas que, para su desgracia, me tienen al lado. Quiero atribuir esta actitud al régimen alimenticio severo que estoy siguiendo, por prescripción médica; y, preparando el final, me acuerdo de una especie de brujo, que apareció de repente y pronosticó, en la barra del Mencey, que yo iba a diñarla a los 69. Teniendo en cuenta lo atractivo del guarismo, es mejor fenecer a los 69, ejecutándolo en plenitud, que a los 79, con más achaques y más puñetas.

2.- Sería fácil echar la culpa de los males depresivos del país al gafe oficial, pero me voy a guardar de hacerlo porque también el gafe merece un respiro veraniego. Palidezco al pensar lo que nos espera en otoño y al mismo tiempo pretendo disfrutar de agosto, lo cual se convierte en una manifiesta contradicción. Existe una teoría que da resultado relativo y es la de no pensar en lo malo sino cuando llegue. Es decir, sólo te detienes en el vencimiento del plazo de la nevera el día que toca. Así no se te joden las vísperas.

3.- Volviendo a la trascendencia, en esta isla se ha considerado trascendente que unas bragas de mujer, que valen unos pocos euros, se cuelen de rondonas en un presupuesto del grupo municipal del PP en el Ayuntamiento de Santa Cruz. La que se ha armado. Sería bueno poner al perro pulgoso a rastrear aromas de pretina hasta adivinar a quién pertenece la prenda y cómo llegó hasta allí su recibo. A pesar de que los caminos del Señor son inescrutables, la senda de una braga es una senda con rastro. Con rastro y con rostro posterior. Alabado sea el cielo que este país de caraduras y de robaperas se preocupe ahora por un slip femenino desprendido de un cuerpo incorrupto. ¿Incorrupto?