HACE AHORA unas semanas, como representante del Partido Popular, participé en la visita oficial que la Comisión de Interior del Senado realizó a Tenerife para conocer de primera mano el Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE) de Canarias. Fuimos recibidos por el general de división y jefe de la zona de la Guardia Civil, Miguel Martínez García, y por el jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Tenerife, Ricardo Arranz Vicario. También nos acompañaron el comisario jefe provincial del Cuerpo Nacional de Policía, Manuel García Ceballos, y el director del Centro de Internamiento de Extranjeros de Hoya Fría, Manuel Jiménez Jiménez. A la comitiva también se sumó el subdelegado del Gobierno, José Antonio Batista.

Esta experiencia nos permitió confirmar algo que ya sabíamos desde hacía tiempo: la importante y discreta labor que el Instituto Armado desarrolla en nuestra sociedad. De todos es sabido que la Guardia Civil tiene la misión de proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades, así como garantizar la seguridad ciudadana. Para alcanzar este objetivo, tiene atribuidas una serie de funciones que se han ido adaptando a las necesidades de la población a través de la creación de diferentes especialidades. Teniendo en las misiones humanitarias un punto fundamental.

Una de las últimas competencias que le han sido asignadas está íntimamente relacionada con la integración de España en la Unión Europea, pues, a partir de la eliminación de los puestos fronterizos internos, Canarias se convirtió en la frontera sur de Europa. Lo que incrementa, si cabe, la importancia de las comandancias ubicadas en Canarias y su labor.

Este nuevo desafío, que en definitiva tiene que ver con la seguridad de España, Canarias y Europa, requería de mejores y más medios. Para ello, se puso en marcha el SIVE. Un sistema operativo de vigilancia que permite dar respuesta a dos de los principales retos a los que nos enfrentamos en la actualidad: la lucha contra el narcotráfico y la inmigración irregular.

Fenómenos en los que Canarias ha tenido y tiene mucho que ver. No en vano, en la última década ha sido receptora de un flujo constante de embarcaciones ocupadas por personas que miraban al Archipiélago como la puerta de entrada a Europa.

En este punto, no podemos dejar de valorar la importante misión humanitaria que han desarrollado los agentes de la Guardia Civil, que, gracias a la tecnología del SIVE, podían localizar estas barcas facilitando así las labores de rescate y auxilio. Recordemos que esta forma de inmigración ilegal se ha cobrado muchas vidas y que muchos otros, víctimas de las redes de tráfico de personas, lograron sobrevivir gracias a la rápida actuación de este cuerpo de seguridad.

Uno de los efectos positivos de la actual crisis económica que azota nuestro país es que ha disuadido a muchos de los que estaban dispuestos a morir por encontrar en España una vida mejor. Las cifras están ahí y reflejan una reducción considerable del número de personas que llegan a las costas canarias de manera irregular.

Sin embargo, estas rutas siguen transitadas. Ahora (y siempre) están siendo utilizadas por los narcotraficantes, que al reducirse el tráfico de personas, se han convertido en el principal objetivo del SIVE, permitiendo incrementar el número de personas detenidas cuando intentaban introducir droga en nuestro país.

Tanto una como otra, así como toda la labor que desarrolla el Instituto Armado, resultan de vital importancia para que en Canarias podamos vivir con mayores cotas de seguridad. Por ello, no podemos permitir que estos profesionales sufran un trato discriminatorio por parte de nadie.

Y el Gobierno central, sea del signo que sea, debe tomar todas la medidas necesarias para impedir que se produzcan situaciones como la que ha provocado la denuncia de la Unión de Oficiales de la Guardia Civil, cuyos representantes hace unos días aseguraron que se sienten sobreexplotados.

A todos estos profesionales hay que tratarlos como se merecen y valorar su trabajo de la misma manera. Todo ello para que aquellos que dedican años de esfuerzo a que vivamos en un país mejor se vean correspondidos y no se conviertan (también como denuncia la Unión de Oficiales) en "la policía más barata y peor tratada de toda Europa".

La convivencia en su "casa" y con su trabajo fue, en definitiva, otra deliciosa oportunidad para confirmar la profesionalidad de este cuerpo de seguridad que generalmente trabaja de forma silenciosa. Creemos que se merece con creces el respeto, casi generalizado, que tiene por parte de la sociedad (menos de algún desalmado minoritario). Por ello, desde aquí queremos enviarles nuestra mayor consideración y decirles que estamos siempre a su disposición.

alarco@tenerife.es