1.- Me he "bajado" (nunca sabré si la red está arriba o abajo), desde la Internet a mi libro electrónico, lo que había de mis autores favoritos. No encuentro todo lo que quiero, pero encuentro bastante. He metido el libro electrónico en el maletín y me dispongo a pasar el puente leyendo, después de haber dejado escritos los artículos de estos días; o al menos casi todos. El libro electrónico es una gozada, me lo regaló en Navidad la gente de la empresa, y ahora espero que alguien me regale el nuevo artilugio de Apple, esa cosa que es un ordenador maravilloso, más maravilloso que el iPod y el iPhone juntos. Cosa de brujas. ¿Qué por qué no lo compro? Porque no tengo dinero.

2.- Esta profesión tiene tantas cosas agradables y tantas desagradables. Un amigo -yo lo sigo considerando así- me preguntó el martes pasado: "¿Cuánto te pagaron por lo que dijiste de mí en esa cadena de televisión?". Este amigo no se da cuenta de que tuve que defenderme de los ataques terribles que contra mí y contra mi familia dirigió, desde su canal, desde el canal de mi amigo, un analfabeto loco al que yo no le he hecho nada malo nunca. Y él no detuvo esos ataques, sino que dejó que salieran. Yo no soy de los que ponen la otra mejilla, ni de coña, pero sí de los que se olvidan de los lances desagradables. En un cuarto de hora se lo explicaré todo, cuando toque. Y conste que considero a este empresario muy buena gente, pero se equivocó de plano. Yo sólo me defendí de un indeseable que sufre de obsesiones conmigo. Un borracho loco.

3.- Paseando por el dique portuense, mientras el salitre pegaba en mi cara al viento, como en una canción de , me encontré el otro día con mi buen amigo CándidoFigueroa, director del Riu Garoé, el hotel de moda en el Puerto de la Cruz. Me confirma Cándido el alto índice de ocupación del establecimiento y la recuperación desde lo del volcán. Este hombre, antiguo condiscípulo en los tiempos del colegio de La Pureza, en el Puerto, está considerado como uno de los mejores directores de Canarias. Su experiencia le avala. Ha dirigido dos de los hoteles punteros en las islas, el Salinas lanzaroteño y el Botánico portuense, además de otros. Me dice el director que al turista no hay que atenderlo, sino mimarlo, y que con esa política se llena un hotel. Él lo demuestra con hechos, más de un 80% de ocupación para mayo, a pesar, insisto, de lo del volcán.