Una de las cosas de la que siempre hemos presumido los que hemos nacido y vivido en el casco histórico del Realejo Bajo es de su calidad de vida, siempre haciendo alusión con esta afirmación a la tranquilidad y al ambiente familiar que envuelven a este pintoresco barrio. Porque si tenemos en cuenta otros aspectos relacionados con la cultura, ocio o las infraestructuras, dejaríamos de ser tan optimistas.

Desde hace unos años el Ayuntamiento de Los Realejos ha venido cediendo a algunas murgas del municipio unos locales que se encuentran en el edificio de la asociación de vecinos, antiguo ayuntamiento del Realejo Bajo, donde llevan a cabo sus ensayos, por lo que el panorama ha cambiado bastante, no siempre de forma negativa, ya que el barrio tiene ahora más ambiente, pero ¿a cambio de qué?

Bueno, voy al grano. Las murgas ensayan en unos locales que no están insonorizados y, por lo que he visto, muchas veces tienen las ventanas abiertas por el calor que hace dentro. Y alrededor viven muchos vecinos cuyas casas, en algún caso, están situadas a menos de veinte metros, como la de mi famila, con casi todas las ventanas de las habitaciones dando hacia ese lado. Vamos, que es casi como tenerlos en casa. Y desde hace unos años han tenido que soportar ensayos, calentamientos de percusión, fiestas y celebraciones varias.

Son gente joven, con ganas de diversión, y a ellos les han cedido esos locales y ahí están, son otros los que tienen que solucionar el problema, eso lo entiendo a la perfección.

Otro aspecto ridículo es tener que oír cómo algunos vecinos intentan justificar todo esto argumentando que son jóvenes y tienen derecho a divertirse, como si no tuviesen otra manera o lugar para hacerlo. Seguro que no pensarían lo mismo si me pusiese yo y mi grupo de colegas con nuestras guitarras y "amplis" enchufados ensayando en ese sitio. Pero bueno, es lo que hay, es la cultura hipócrita y egoísta que tenemos, seguro que si fuese la Orquesta Sinfónica la que ensaya ya se hubiesen quejado y puesto el grito en el cielo.

Y no digamos si es el grupo de rock de los chicos del barrio, o mi propia banda de rock´n roll, seguro que ya habríamos sido denunciados por macarras o drogadictos, y habrían pedido hasta cadena perpetua. Afortunadamente la mayoría, aún viviendo lejos y no sufrir tanto las consecuencias, son lo suficientemente sensibles y sensatos para entender las quejas y pensar que hay que buscar solución por el bien incluso de las murgas que podrían estar más tranquilas en otro sitio bien acondicionado.

Por último aclarar que la iniciativa de escribir este artículo ha sido exclusivamente mía al ver que mis padres y otros vecinos han aguantado estoicamente sin, en algunos casos, una llamada siquiera a la Policía, pero ya alguien tiene que tomar cartas en el asunto.

El escribir este artículo ha sido el primer paso, lo siguiente será escribirle al alcalde y, si no se soluciona el tema, por último, y por desgracia, no quedará otro remedio que denunciar. Y no vale ya salir del paso diciendo que lo van a intentar solucionar, la solución tiene que llegar ya.

Agu Hernández